En julio de 2023 se publicó la primera medición del precio de la canasta de crianza correspondiente a mayo. El instrumento fue creado con la idea de otorgar un valor monetario a las tareas de cuidado, por lo general no remuneradas y feminizadas. En ese momento el costo de bienes, servicios y cuidados para un niño o niña de 6 a 12 años era de $ 117.387: $ 50.355 para bienes y servicios, $ 67.032 para cuidados. El costo de los cuidados representaba el 57,1% de ese total.
La estimación, tal como explicaba el Indec, estaba basada en el documento titulado Costo de consumos y cuidados de la primera infancia, la niñez y la adolescencia. Una aproximación metodológica, de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía de la Nación (2023).
El estudio destacaba la importancia de estimar el valor de mercado de las tareas de cuidado. “Las mujeres con dos o más niños/as menores de 13 años dedican a las tareas de cuidados más del doble de tiempo que los varones en la misma situación. Para el caso de la presencia de un niño/a menor de 13 años, las mujeres dedican 7.48 horas y los varones 3.18. Esta diferencia disminuye de forma considerable cuando no hay presencia de niños/as en el hogar: mientras las mujeres trabajan 4.19 horas de manera no remunerada, los varones dedican 2.23 horas”. El resultado de esta distribución es que, cuantas más horas se dedican a las tareas no remuneradas, menor es la cantidad de tiempo disponible para los empleos remunerados.
Durante el último año, y según detalló PERFIL, el cuidado representa cada vez un menor porcentaje respecto al total, porque las horas destinadas a esta actividad –medidas en función de la escala salarial de las trabajadoras de casas particulares– no tuvieron actualizaciones acordes con la inflación. De hecho, el valor estimado de los cuidados lleva tres meses sin actualizarse. De mayo de 2024 a mayo de 2025 el costo estimado por hora de cuidado pasó de los $ 2.504 a los $ 3.089: $ 585 más por hora, un 23,3% más que en mayo del año anterior contra una inflación interanual del 43,5%. El salario mínimo vital y móvil, que en mayo fue de $ 308 mil, alcanza a cubrir apenas el 59% de la canasta de crianza de un menor de 6 a 12 años.
Es que la canasta tuvo un valor de $ 516.113: $ 256.537 para bienes y servicios y $ 259.476 para cuidados. Estos últimos representan, ahora, el 50,2% del total de estos costos, con lo que perdieron 7 puntos porcentuales respecto a la primera medición. Desde mayo de 2023 hasta mayo de 2025, el costo estimado de bienes y servicios creció un 409%, mientras los cuidados aumentaron el 287%. En el último año la actualización fue incluso menor: los costos del cuidado pasaron de los $ 210.336 en mayo de 2024 a los $ 259.476 actuales. Los bienes y servicios, en tanto, se incrementaron en valor mes a mes, y pasaron de los $ 196.726 a los $ 256.637.
En América Latina y el Caribe, según la Cepal, solo el 50% de las mujeres participan en el mercado laboral, en contraste con el 75% de los hombres. “Además, su inserción está marcada por la informalidad, la brecha salarial y una carga desproporcionada de trabajo de cuidados no remunerado, que limita su autonomía. La pobreza también tiene rostro de mujer: por cada 100 hombres hay 121 mujeres en situación de pobreza”, aseguraron desde la organización en un comunicado.
“Esta desigualdad estructural se agrava con la crisis de los cuidados, caracterizada por una demanda creciente por el rápido envejecimiento de la población y el cambio climático, y una insuficiencia crónica de inversiones y políticas de cuidado”, concluyeron.
Frente a esto, la organización Futuros Mejores propone reconocer todos los años de cuidado como aporte previsional, y destaca, en el documento titulado Un futuro mejor es uno con políticas transfeminista, que ya lo hacen países como Uruguay, Chile, España y Alemania.
“Mientras se exige el despliegue de un sistema público de cuidados, hay 3,5 millones de personas que según Indec son amas de casas que trabajan todos los días sin recibir un peso. Cuidan, sostienen hogares, hacen tareas domésticas y, sin embargo, ese esfuerzo no se reconoce ni se paga”, sintetizaron.