No faltó emoción en la Reserva Cardales, donde en la nochecita del sábado comenzaron a llegar los más de 300 invitados a la boda de Horacio Rodríguez Larreta y su joven esposa, Milagros “Mili” Maylin, felizmente casados formalmente a mitad de semana.
En una etapa de reflexión, luego del “golpazo” que significó su derrota en las primarias presidenciales del año pasado a manos de Patricia Bullrich, el exjefe de gobierno porteño incluyó a nuevos y viejos amigos de la política en su celebración, siempre con las antenas puestas en un eventual retorno a los primeros planos, a la cabeza de (o integrado a) una opción “de centro”.
Varios integrantes del equipo con el que gobernó la ciudad, como Fernando Straface y sus amigas María Eugenia Vidal y Carolina Stanley, fueron los representantes “Pro puros” en la fiesta, al igual que el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, el diputado Emilio Monzó, Alfonso Prat-Gay y Elisa Carrió, la fundadora de ARI que estuvo en la ceremonia inicial y disfrutó de la picada previa pero se fue temprano. También se dejaron ver, sonrientes, los economistas Hernán Lacunza y Carlos Melconian, tan contentos como el novio por los éxitos de Racing Club.
Despreocupado por un rato de sus críticas al gobierno de Javier Milei, Rodríguez Larreta y su flamante esposa bailaron en el escenario al ritmo del grupo Ráfaga, y todos aplaudieron sin emitir opiniones sobre las aptitudes del novio para la danza.
En semejante clima de algarabía se notaron, de todos modos, dos ausencias con aviso, por distintas razones, de antiguos compañeros de ruta. El primero, claro está, fue Mauricio Macri, quien le avisó personalmente a su exjefe de gabinete que había contraído compromisos previos en Asia –estuvo ayer en el malogrado gran premio de Qatar para Franco Colapinto– y no podía faltar. Lo propio hizo Juliana Awada, quien se deshizo en elogios y le deseó a “Mili” mucha suerte en su vida de casados.
El otro gran ausente en la fiesta fue Diego Santilli, exvicejefe de gobierno porteño y hoy diputado nacional. Ahí los diálogos se inclinaron a pensar que “El Colo” no estuvo para no enojar al público que vota a Javier Milei, dado que sus posturas y votaciones del último año muestran una sintonía casi total con el Gobierno.
Ligado al cuestionado gobierno sandinista de Nicaragua, Mario Eduardo Firmenich vuelve por estos días a la Argentina, aunque su regreso fue virtual y ligado, como es habitual, con una etapa oscura de la historia nacional.
El antiguo líder de la organización Montoneros es una de las estrellas del interesante documental Argentina 78, una serie de cuatro capítulos que cuenta los entretelones del primer mundial ganado por la selección, organizado por la última dictadura militar.
En el primer capítulo, donde aparece una y otra vez, Firmenich se muestra como el jefe de la “resistencia” contra el gobierno militar. Los autores, Tomás Sposato y Lucas Bucci, intercalan imágenes del líder de la guerrilla peronista con la entrevista, en la que el líder montonero se muestra cómodo e incluso niega su responsabilidad en el asesinato del general Omar Actis. “Uno no conoce lo que hace una célula en Lanús”, dice, muy tranquilo, con altas dosis de cinismo y sin autocrítica alguna, el líder guerrillero indultado durante el gobierno de Carlos Menem.
Primero fue Santiago Caputo, el asesor presidencial todoterreno, quien blanqueó sin dudar su afición al entrenamiento y práctica de tiro. Se sumó el “Gordo Dan”, referente digital del mileísmo, quien en la reunión inicial de Las Fuerzas del Cielo se consideró líder del “brazo armado” –con el celular– del presidente Milei.
Al grupo se sumó la exfuncionaria y actual armadora política en La Matanza Leila Gianni, quien desde hace semanas también comenzó a practicar tiro en un polígono en San Fernando. ¿Compartirán instructor con Caputo?
La propia Gianni reconoció, al pasar, esa práctica, en un diálogo mediático reciente con el dirigente piquetero y panelista Alejandro “Pitu” Salvatierra, organizado por el sitio web Border. También publicó un video de esa práctica, que motivó críticas en distintos sectores.
La defensa del derecho a armarse llevó a Gianni a discutir en las redes sociales con Elisa Carrió, quien había cuestionado el uso de armas para tenencia personal. Una costumbre de moda en la tribu libertaria.
A mitad de semana, el hiperactivo ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, festejó la salida de un decreto que impulsó en el Gobierno, contra una resolución del entonces presidente Alberto Fernández que le otorgaba a la asociación Cadra, que nuclea a autores y editores de libros, el “monopolio” para cobrarle a las universidades y bibliotecas los derechos por fotocopias y reproducción digital de obras.
“El ministro se sorprendió porque Cadra solo repartió US$8000 a los autores en todo 2023″, afirmaron desde el el Ministerio de Desregulación, insinuando que Cadra se quedaba con el resto del dinero recaudado.
Por supuesto, los damnificados salieron a cruzarlo. “Los mecanismos de distribución que se han aplicado son TRANSPARENTES”, retrucaron, en mayúscula, desde Cadra, en cuya conducción hay dirigentes ligados a la UCR. “Es un esquema que permite garantizar que los creadores reciban una compensación por el uso secundario de sus obras”, agregaron desde Cadra, dispuestos a convencer al ministro en una charla cara a cara, algo que aún está lejos de producirse.
Reunidos en la sede de los gastronómicos porteños, que conduce con mano de hierro Dante Camaño, 200 dirigentes del peronismo de diecinueve provincias, entre ellos ocho exgobernadores, legisladores e intendentes, se reunieron días atrás con un objetivo claro pero muy difícil: intentar sobrevivir a la polarización entre el Gobierno y el kirchnerismo.
El efímero expresidente Ramón Puerta y exgobernadores como Néstor Perl, Sergio Acevedo y Vicente Joga, el exministro Miguel Angel Toma y los exdiputados Julio César Aráoz y Eduardo Mondino fueron sólo algunos de los experimentados peronistas, todos con apelaciones a una “nueva propuesta que deje de lado las antinomias”.
Contentos por la convocatoria, los organizadores ya convocaron para una nueva reunión, en febrero o marzo. Nostálgicos de la aparición de Antonio Cafiero y la renovación peronista, los justicialistas se mostraron dispuestos a enfrentar a los “mariscales de la derrota”, en referencia al kirchnerismo, que hoy controla el PJ nacional. Juan Schiaretti, Miguel Pichetto y tal vez Victoria Villarruel podrían formar parte de negociaciones futuras, afirmaron.
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