Hoy será el día clave para el futuro de Aerolíneas Argentinas. La pelea con la administración de Javier Milei que llevan adelante la mayoría de los gremios aeronáuticos, con la notable excepción del gremio de técnicos conducido por el sinuoso Ricardo Cirielli de APTA, los desgastó de una manera tan grande que hasta el propio jefe de los pilotos, Pablo Biró debió bajar un cambio en la lucha sindical que, de continuar, podría hasta perder la personería gremial de su sindicato.
En un principio, pareció que los gremios le iban a ganar varios rounds seguidos a la administración libertaria, a juzgar por el vano intento de privatización inicial de la aerolínea de bandera que se propuso durante la redacción original de la ley Bases, capítulo que debió ser retirado de la consideración de los legisladores.
No son tiempos lejanos desde que se produjo ese hecho cuando se escuchaba al sindicalista kirchneristas, Pablo Biró, aseverar que iba a ir hasta las últimas consecuencias contra la desregulación que pretenden en la Casa Rosada.
Sin embargo, los desaciertos en la conducción a la hora de realizar enormes huelgas que sólo perjudican a los usuarios de Aerolíneas y de las estaciones aeroportuarias más concurridas, generaron un hartazgo enorme entre los pasajeros y la excusa perfecta para elevar el tono de la discusión en un gobierno que se siente a gusto cuando lo enfrentan.
Crisis en Aerolíneas Argentinas: el «efecto boomerang» de los reiterados paro
Huelga a huelga, golpe a golpe, no favoreció a Biró de APLA, a Edgardo LLano de personal aeronáutico, (APLA) ni al resto del combo de gremios que militan en la oposición al gobierno nacional. Y, el hecho más notorio y palpable de los rounds perdidos frente al gobierno nacional, lo demuestra el hecho que Biró decidió la suspensión temporal de una serie de medidas de fuerza en los centros de formación y entrenamiento de pilotos (Cefepra).
Parece un hecho menor, pero no los es. Los pilotos son, además, instructores de vuelo y deben capacitarse para revalidar sus licencias. Una fuente aeronáutica, que se encuentra en plena negociación con Franco Mogetta, secretario de Transporte, explicó con reserva de nombre, «…hay que tener en cuenta lo sieguiente para comprender la importancia del levantamiento de la huelga en el Cefepra. En Aerolíneas el gerente de operaciones es un piloto, por convenio. Entonces, ¿qué pasa? El piloto sigue siendo afiliado a APLA. Cuando APLA lo indica, baja una línea, hagamos huelga, y renuncia al puesto de gerente de operaciones pero sigue siendo piloto. Con los simuladores de vuelo pasa lo mismo, son pilotos y son instructores. Cuando ellos hacen alguna medida de fuerza, en los simuladores, por ejemplo, se caen las clases, las capacitaciones y la situación es gravísima si continúan las huelgas».
Consultado por los efectos negativos en la falta de capacitación laboral, explicó, «Hay pilotos, sobre todo de la flota de 330, con licencias que se estaban venciendo, y no había más tripulaciones, al punto tal que Aerolíneas tuvo que poner un par de vuelos de Buenos Aires-Miami con Boeing 737 con escala en Perú. Eso genera pérdida de plata, tanto en consumo de combustible como en el parking cuando aterriza en Perú y toda la movida que tiene que hacer la escala para llegar a Miami, ¿no? ¿Qué pasa? El gobierno salió a decirle que el viernes 8 presenten una propuesta o los rompo todo y decidierorn levantar la medida de fuerza en el centro de formación. Hablan de que lo hacen en señal de buena fe, pero la verdad es que recularon. Perdieron la iniciativa y ahora hay clases todos los días».
El comunicado de los pilotos de Biró lo expresa, de una manera más diplomática. «Esta decisión se enmarca en la voluntad y el esfuerzo de los/las pilotos de APLA por encontrar un camino de negociación que permita recomponer nuestros salarios», sumaron, aclarando que «la suspensión tiene como objetivo reiniciar las negociaciones salariales con un enfoque en la buena fe. Si esto no se cumple, retomaremos las acciones programadas».
¿Seguirán los paros salvajes en Aeroparque y Ezeiza?
Ahora bien, ¿hay lugar para más acciones de huelga y caos en el Aeroparque y en Ezeiza tras los recientes acontecimientos con las rampas de Intercargo?. ¿Pueden luchar gremialmente después que el gobierno los acuse de terrorismo sindical? ¿El único que «la vio», como dicen los libertarios, es el jefe de los mecánicos y técnicos Ricardo Cirielli?
Todo indica que esta batalla gremial no es ni parecida a la del año 2008, cuando durante el gobierno de Cristina Kirchner se estatizó Aerolíneas que la conducía Marsans.
A propósito, la Nación Argentina perdió este año un juicio en los tribunales de Nueva York. Dieciseis años después de haber renacionalizado la compañía, cuando un tribunal del distrito de Columbia, determinó que el país debe pagarle unos US$348 millones, más multas, punitorios y gastos, a un fondo buitre llamado Titanium Consortium, que le había comprado el caso al fondo Burford, que a su vez había adquirido la causa en los tribunales de España donde el grupo Marsans, el antiguo dueño de la empresa había llevado el caso.
Otra de las razones por las cuales privatizar la compañía no será sencillo. No será fácil encontrarle un novio.
El ultrakirchnerista, Edgardo Llano de APA lo sabe y, junto a Biró, reconoce en silencio que lo peor que podría suceder es que los trabajadores se hagan cargo de la compañía. ¿Como puede manejarse financieramente Aerolíneas sin el concurso y el respaldo del Estado nacional?, se preguntan. Es imposible. «Se rompe una turbina y quien pone las garantías para comprar otra?
De hecho, Llano, hace unos meses confesaba a viva voz. «Hoy privatizar Aerolíneas es muy difícil porque el Gobierno desreguló el mercado de tal manera que no hace falta comprar una empresa, cualquiera puede venir con cuatro aviones y ponerse a volar. Buscan desguazar a la empresa, privatizar los sectores más rentables como por ejemplo el mantenimiento. En el aeropuerto de Ezeiza Aerolíneas tiene el hangar más grande latinoamérica y American Airlines estaba muy interesado».
Aerolíneas Argentinas: el Gobierno analiza los pasos a seguir
El hangar y los talleres de los técnicos, territorio de Cirielli y cia, son muy preciados pero por el momento no hay novedades acerca del futuro de esa parte de Aerolíneas. El presidente Milei tuvo todas las opciones sobre la mesa para dirigir este combate. Por ahora, lo gana claramente tras los desastres que provocaron las huelgas salvajes y el efecto negativo en la opinión pública acerca de la responsabilidad de los gremios aeronáuticos a los que se mira, cada vez más, con mayor desconfianza.
Milei no es Alfonsín. Está claro. El mismo se preocupa por decirlo en sus discursos sin preocuparse por las ofensas que genera su verbo inflamado.Le sugirieron una medida que tomó el líder radical en el pasado pero no la adoptó.
Alfonsíin, durante su gobierno en la década del ’80, había seguido el consejo de un correligionario y amigo suyo. El dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) Horacio Domingorena, presidente de Aerolíneas de entoces, despidió a todos los pilotos de la empresa aeronáutica que habían iniciado un paro salvaje por mejoras en los salarios, en un ambiente ultra politizado y con un sindicalista intransigente como Mario Massolo, titular de APLA, en esos años.
Massolo, el Biró de esos años, soportó la presión y hasta le quisieron poner pilotos militares en reemplazo de los civiles para terminar con los paros. Alfonsín hecho a 561 trabajadores aeronáuticos y la dirección de la empresa aconsejó adoptar una posición de fuerza y contrató en Estados Unidos a un grupo de instructores que viajaron al país para capacitar a los futuros tripulantes, y abrió una búsqueda de pilotos.
El 9 de Julio de 1986, el Poder Ejecutivo autorizó que algunos aviones de Aerolíneas fuera operados por LADE con pilotos militares, y por otro lado abrió las puertas para que las empresas extranjeras establecidas aumentaran sus servicios. «El paro, anunciado para defender a Aerolíneas Argentinas lograba que ésta cediera mercado a sus competidores. La principal beneficiada en ese momento fue Austral.
Finalmente,las negociaciones políticas que realizó el vicepresidente Víctor Martínez dieron sus frutos y el 24 de julio se firmó un acta entre la empresa y APLA por la que se reincorporaron los 561 despedidos y se establecía un período de paz social de seis meses para negociar, y el 25 se reanudaron los vuelos, al principio con muy pocos pasajeros mientras que las compañías competidoras de Aerolíneas partían con todos los asientos vendidos.
Hoy, Javier Milei y Federico Sturzenegger, conocen este acontecimiento del pasado. Y, esta vez no hizo falta usar la motosierra como la que utilizó Raúl Alfonsín porque el mal clima laboral, los bajos salarios y el ingreso de nuevas compañías aeronáuticas provocaron el retiro voluntario de cientos de trabajadores de Aerolíneas que tomaron el dinero que se les ofreció y se fueron sigilosamente y sin hacer ruido ni manifestaciones en los pasillos de los aeropuertos.