“Se me puso la piel de gallina cuando los chicos me gritaron”, comentó casi tímidamente frente al Planetario, cuando un grupo de pequeños descendió de un micro escolar y lo aclamó a su paso. Suele suponerse a la distancia que aquellos partícipes del exclusivo mundo de la Fórmula 1 están saturados con vivencias que anulan la capacidad de asombro. Sin embargo, hay algunas situaciones que los sacuden y los quitan del eje al que están acostumbrados.
Franco Colapinto es el piloto argentino que más cerca está de competir en la Fórmula 1. Competidor en la Fórmula 2, la previa de la máxima categoría, hace algunas semanas protagonizó una tanda de entrenamientos oficiales en el Gran Premio de Gran Bretaña, en el mítico circuito de Silverstone, donde aceleró uno de los monoplazas del equipo Williams.
Y allí estaba Colapinto, casi como un chico más de ese grupo que lo vitoreó. El piloto que coquetea con la Fórmula 1 aceleraba un Ford Cobra Shelby rabioso, con los míticos colores de Gulf, los que hicieron historia en Le Mans y en tantas pistas del mundo. “No lo puedo creer que esos chicos me saluden con tanto fervor, es muy fuerte”, se sinceró Franco a Clarín, que lo acompañaba en la butaca derecha del exclusivo vehículo.
Fue un día distinto para Colapinto en Buenos Aires. La empresa petrolera le propuso realizar una recorrida por la capital argentina con ese vehículo, que roncaba tan fuerte que no podía pasar inadvertido. A tal punto que en su paseo por Palermo, el tránsito se bloqueó ante la curiosidad y el saludo permanente de los automovilistas, que no podían creer que el qu estaba parado al lado en el semáforo fuese el piloto argentino.
La nota fue muy particular. En medio de esas sensaciones a bordo del Ford Cobra, el piloto diálogo con Clarín surgió espontáneamente. “Hacía mucho que no pasaba días de invierno en la Argentina. Yo me fui a los 14 años a Europa y mis regresos siempre son en verano”, recordó.
-¿Qué se siente cuando recibís tanto cariño del público?
-Uno necesita el apoyo de la gente. La F1 es muy político. Y cuando ves que en un circuito lejano hay una bandera argentina colgada, o con tu nombre, te llena de energía. Y esto de vivir tanto cariño acá, es increíble.
-Los tiempos cambian, imagino que a través de las redes sociales todo esto se ve permanentemente.
-Es verdad. Los argentinos somos muy pasionales, en todos los deportes. Mis rivales me miran porque no tienen ni un cuarto de las reacciones que yo logro en las redes, y eso obedece a que los argentinos somos muy sanguíneos. Supongo que ellos estarán celosos, pero no me dicen nada.
-Pero ahora te subiste a un Fórmula 1. Ahí supongo que hubo un quiebre.
-Sí, se notó. Yo soñé con llegar a la F1. Ya haberlo conseguido a esta edad empieza a ser que el resto sean objetivos que están a la vuelta de la esquina. La chance que me dio Williams es única, en su casa y yo siendo argentino, es histórico. Por suerte lo pude disfrutar. Dejé de lado otras cosas y lo disfrute.
-Y ahora, ¿qué se viene?
-El siguiente paso es la F2. Es mi trabajo. Sé que si hago las cosas bien, el resto llegará.
-Estamos hablando de todo lo que viviste, la Fórmula 1, los logros en otras categorías. ¿Qué es lo más duro de tu actividad?
-Uno pasa de todo acá. Pero yo estoy lejos de mi casa. Es muy duro cuando las cosas no te salen, por un abandono o una mala carrera, y regresar a tu casa y que no haya nadie. El plano físico es muy importante, porque un auto de Fórmula 1 te exige tremendamente. Por el aspecto mental y psicológico es fundamental. Si no estás fuerte de ahí, el resto no avanza.
-¿Y cómo lo trabajás a eso?
-Le meto duro. Yo tengo en claro cuál es mi objetivo. Y sé que debo darlo todo por ello. Un ejemplo concreto de cómo trabaja la cabeza es Max Verstappen (campeón del mundo con Red Bull). Él se baja del auto casi sin transpirar, y no se entrena. No hay nadie con una mentalidad como la de él, es muy fuerte. Hay que tener la cabeza fría.
Colapinto Repite a cada rato que es uno de los mejores días que pasó en la Argentina. Realmente el cariño del público lo siente a cada metro. Y además disfruta del vehículo. “¡Qué ganas de acelerar este bicho, por Dios! Deberíamos irnos al autódromo”, bromea en medio de la avenida Figueroa Alcorta, donde parece retumbar el abrumador ronquido del motor. Sin embargo, “peina” el acelerador para que el Cobra se deslice con parsimonia por la vía pública.
-¿Hay muchas presiones en la Fórmula 1 o en la Fórmula 2?
-Hay distintas presiones. Hace muchos años no sabía si iba a correr al fin de semana siguiente, porque no tenía presupuesto. Eso es presión de verdad. Hoy sé que estoy dentro de Williams, que estoy en F2, es un orgullo enorme más que una presión. Lo disfruto muchísimo. Fui muy feliz con ese test en Silverstone, no sólo porque me fue muy bien, sino porque lo disfruté en cada minuto. Nunca se sabe cuándo se repetirá.
-¿Cuál es tu plan para 2025?
-Mi plan para 2025 es ganar F2. Pero hay que preguntar a mis managers qué sucederá. Hay un tema de necesidades, de presupuestos, etc. Por ejemplo ahora llegó Carlos Sainz al equipo Williams. Eso me gusta. “Carlos Sainz y Alex son dos grandes pilotos y llevarán al lugar que Williams merece que vuelva. Es un proceso largo. Y ojalá que cuando llegué yo esté en condiciones para estar competitivo. Pero yo ahora debo concentrarme en pelear por la corona de la Fórmula 2 desde la primera carrera. Este año tuve las tres primeras carreras de adaptación y perdí el tren de la luchar por el título allí.
-¿Qué pasó por tu cabeza cuando te subiste al Williams?
-Pasan muchas cosas por la cabeza cuando te subís a un Fórmula 1. Mucho sacrificio, muchos momentos buenos y malos que quedan atrás y que te permitieron llegar allí. El sueño se va cumpliendo, y eso es lo mejor.
-¿Cuál es tu relación con los pilotos de Fórmula 1?
-En realidad, son pilotos que yo admiro. Son mis ídolos. Ahí están Lewis Hamilton y Fernando Alonso, por ejemplo. Pero también debo perderles el respeto, porque si comparto circuito con ellos, debo intentar ganarles.
-¿Cómo es el trabajo con los simuladores de Fórmula 1?
-El simulador consiste en manejar mucho. No puedo hablar mucho porque es confidencial. Porque los equipos invierten mucho dinero en ese instrumento. Se trabaja mucho en ello. El simulador ayuda muchísimo. Es igual a la vida real. Por ejemplo ahí sacamos el set up para un circuito y allí se pasa a la pista. En Silverstone arrancamos con ese set up, por ejemplo. Se prueban muchos tipos de viento, que influyen muchísimo en el rendimiento del auto. Todo eso se entrena. Y si chocas, es gratis (risas). Un volante de F1 tiene muchísimas opciones. Todo eso hay que aprenderlo. Uno maneja a 350 km/h y por la radio te piden que cambies configuraciones del auto. Nos dan 8 horas por día para el simulador. Cortamos un rato al mediodía para almorzar. No nos bajamos, sólo para analizar la data, pero nada más. Amo hacer todo esto, pero son muchas horas mirando pantallas y estudiando datos.
-Imaginemos que mañana te llaman de Williams y te dicen que por cualquier causa, tenés que correr en la próxima fecha. ¿Estás listo?
-Estoy más que listo para subirme a la Fórmula 1. Cuando me subí al Williams en Silverstone, fue complejo porque es un circuito muy difícil. Con curvas complejas, muchos cambios de dirección, mucha fuerza G. Sin embargo creo que anduve muy bien. Trabajo mucho en el simulador. Pero sé que estoy listo y que cuando se dé, estoy para subirme.
-¿Hay un límite para subirse a la Fórmula 1?
-No tengo un límite para llegar a la F1. Quiero llegar lo antes posible. Las oportunidades deben aprovecharse, como la que se dio hace poco para la práctica. Hoy hay pilotos de 40 años, como Hamilton y Alonso, que están súper competitivos.
Fin del recorrido. El Ford Cobra se estaciona en el complejo de Costa Salguero. Algunos chicos y chicas corren detrás del auto, intentando obtener una foto o un autógrafo con Colapinto. Franco agradece a cada uno y de verdad disfruta de todo ello. Se despide del auto deportivo como si fuese una persona, y respetuosamente saluda a un acompañante que, al igual que el piloto, vivió una jornada inolvidable a bordo de un auto único y del manejo de quien sueña con concretar el viejo anhelo de competir en la máxima categoría del automovilismo internacional