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viernes, 1 noviembre, 2024
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Santiago Gómez Cora, el entrenador de Los Pumas 7s que van por una medalla a los Juegos Olímpicos: «Somos candidatos en París 2024»

Hablar con Santiago Gómez Cora es hablar de rugby sin hablar de rugby propiamente dicho. Durante casi una hora de charla, el entrenador de Los Pumas 7s, que debutarán este miércoles en los Juegos Olímpicos de París 2024 con el objetivo y el sueño de colgarse la medalla de oro, menciona muy poco las palabras try, pelota, scrum o line. Habla de «procesos» -término tabú en el alto rendimiento, que vive de resultados- y no de inmediatez. De que las victorias sean una consecuencia del trabajo y no el objetivo final. De realizarse a través del equipo. Elabora y comparte ideas y conceptos que le sirvieron para moldear y liderar a uno de los seleccionados argentinos más exitosos, pero también para ser cada día mejor persona. Así lo sintetiza: «Ganar, perder, tener un buen o un mal día pasa en todos los ámbitos. Es todo lo mismo. La vida me parece un juego y el juego me parece la vida misma«.

Formado en Lomas Athletic, el ex back porteño fue un jugador emblema del equipo de Seven durante una década -anotó 230 tries, récord en la World Series hasta 2016- y tras retirarse en 2010 asumió como head coach del seleccionado nacional en septiembre de 2013.

De los entrenadores de los equipos de deportes de conjunto más populares de Argentina (fútbol, básquetbol, hockey sobre césped, vóleibol, handball), es el que más tiempo lleva en su cargo.

Con él en el banco, Los Pumas 7s ganaron los oros en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y Santiago 2023, el bronce en la cita olímpica de Tokio 2020 y el histórico primer lugar de la fase regular de la World Seven Series de este año, que los consolidó como grandes candidatos para la cita olímpica de la capital francesa.

Haber llegado a posicionarse entre los mejores del mundo fue el resultado de un proyecto a largo plazo, que nació hace once años pero que se reformuló tras el doloroso sexto lugar de Río de Janeiro 2016 y que pone el foco en mucho más que el resultado.

«A mí me gusta usar la analogía del bambú japonés, que es perfecta para este equipo y demuestra que con laburo las cosas suceden», comienza Gómez Cora la charla que tuvo con Clarín en Casa Pumas, poco antes de armar las valijas y partir hacia París.

«Para el bambú japonés, plantás la semilla, la fertilizás, la regás todos los días, movés la tierra y durante siete años no sale nada afuera. Y de golpe en seis semanas crece 30 metros. Lleva mucho tiempo, pero cuando empieza a crecer tiene raíces muy sólidas. Este equipo lleva tres años siendo muy competitivo, pero el proceso viene desde hace diez. Y lo que muchas veces no hay es tolerancia a los procesos. No se confía en que si uno está haciendo las cosas bien, si estoy regando y fertilizando bien, ese bambú va a crecer», continúa.

«Este equipo es como un bambú japonés y demostró que con laburo las cosas suceden», afirma Gómez Cora. Foto @lospumas7arg

-Generaste un cambio grande en la manera de trabajar la construcción del equipo. ¿Cuánto te costó convencer a todos de que ese era el camino?

-Tuve que lidiar contra muchas cosas. La resistencia a los cambios es natural y yo cambié la forma. Generé muchas transformaciones que no fueron fáciles, pero fue simplemente una convicción mía que pude llevar adelante a través de esos tremendos jugadores que tenemos. A los chicos me costó convencerlos. De hecho, hubo muchos que salieron del sistema, porque este proyecto exige una dedicación 24/7 y ellos no estaban dispuestos a sacrificar tanto tiempo para dedicarse a esto o no pudieron acostumbrarse a eso y el sistema los expulsó. Cuando uno exige y sube la vara, algunos se suben al tren y otros no pueden o no se quieren subir.

-Dijiste varias veces que en el proyecto hubo un antes y un después de Río 2016. ¿Qué cambió?

-Hasta esos Juegos, yo creía que con buenos jugadores y un buen plan era suficiente para lograr objetivos. Después me di cuenta que no es así. Por eso digo que las derrotas sirven más para construir que las victorias. El Santi entrenador de 2013 o de 2014 tenía que dársela contra la pared, porque si no te duele, no mejorás. A partir de Río me empecé a enfocar en generar un entorno sano, en el que los jugadores se pudieran desarrollar, buscar ser buenas personas y formar un grupo humano, para que mediante el trabajo y un sueño en común tengan un objetivo para levantarse todos los días.

-¿Cómo hacés para que los que llegan al equipo con el sueño de ser campeones olímpicos dejen de enfocarse en el resultado para hacerlo en el proceso?

-Hay que mantenerlos motivados en el corto plazo. Y para eso dejamos de lado lo cualitativo y nos enfocamos en lo cuantitativo. Mis estudios de Administración y Economía me ayudaron. Tenemos una métrica y aplicamos técnicas de mejora continua. Pero no pensamos en tries, victorias o medallas, sino en ser mejores. Empezamos con «acciones NORTE» (que No Requieren Talento Específico): llegar temprano, bien desayunados y bien dormidos, dejar ordenado el salón donde trabajamos y agradecer a las personas que nos ayudan. Y después lo llevamos al rugby. Si hoy bajé diez pelotas, mañana propongo bajar once. Siempre buscamos acciones de juego y no pensar en resultados, porque la idea es ser mejores personas y jugadores.

«El entrenador no debe ser un líder que impone, sino que debe saber convencer a los jugadores», reflexiona Gómez Cora. Foto Maxi Failla/Clarín

-Pero no debe ser fácil lograr que convivan en la cabeza del atleta esa idea y el hambre de resultados, que es lo que mueve al alto rendimiento…

-No, pero ahí pongo el foco en el liderazgo y el trabajo del head coach, que muchos creen que es conocimiento o información, pero para mí es poder de llegada y de convencimiento. El entrenador no debe ser un líder que impone, sino que debe saber seducir a los jugadores para que se convenzan del proceso que van a hacer. Que crean que pueden ser mejores jugadores y que no hay soluciones mágicas. Si hoy perdemos por 40, no vamos a ganar mañana. Y seguro vamos a volver a jugar y a perder muchas veces. Pero con la métrica podemos decir: «Jugamos contra Nueva Zelanda. De diez salidas, recuperamos cuatro. Vamos a proponernos recuperar cinco». No ganarle, que es una utopía. A mí me pasó una vez en un Mundial que entramos octavos, salimos quintos, dije que estaba conforme y me cayeron encima. Me decían: «¿No buscás salir campeón?». Todos los días quiero ganar, pero si yo entro como octavo y termino quinto… Lo anormal sería haber salido campeón. Es ser conscientes de eso e ir mejorando por acciones. Así al chico que no está muy convencido le mostrás que tiene una mejora continua con la pelota y se termina convenciendo que éste es el camino.

-¿Cuánto importa lo mental en esa forma de trabajar?

-Lo mental es un montón. El poder está en la cabeza. Los deportes pasan un noventa por ciento por la cabeza y un diez por ciento por lo físico. Lo físico te puede ayudar al principio a nivelar, a empatar, pero a la larga la cabeza marca el diferencial. Todos los deportes, sobre todo el rugby, que es un deporte de contacto, son más mentales que físicos. Y eso no pasa por la psicología en sí, sino por la fortaleza mental, por tener un propósito. Nosotros empezamos a hablar de realizarnos a través del equipo. Por eso hablamos de que es una máquina de cumplir sueños. La idea es que la medalla no sea el fin, sino una intermediaria para lograr mis objetivos, para que me dé confianza como persona y se me abran puertas en el rugby y en la vida.

Gómez Cora no para de repetir: «Nosotros vamos cumpliendo sueños a través del equipo, mientras que nos vamos construyendo y creciendo». Y cuenta cómo su interés en la neurociencia se transformó en una gran herramienta para el grupo.

Gómez Cora encontró en la neurociencia herramientas para seguir construyendo el equipo. Foto Maxi FaillaGómez Cora encontró en la neurociencia herramientas para seguir construyendo el equipo. Foto Maxi Failla

«Empecé por el tema del sueño, leyendo a Matthew Walker, que habla de cómo corregir el sueño. Eso me parecía importante porque nosotros viajamos mucho. La neurociencia me prendió la lamparita de cómo funciona el cerebro. Comencé a consultar con Estanislao (Bachrach) y con Mariano Sigman, que vino hace poco y conoció al equipo. Todo eso me dio herramientas para interpretar y aprender cómo funciona el cerebro y me sirvió un montón. A los chicos también», explica.

Y argumenta ese trabajo: «Tratamos de que ellos sean sus propios mecánicos y que no necesiten que alguien les ‘arregle‘ esa máquina de cumplir sueños. Que ellos puedan ajustar las piezas para seguir funcionando. Cuando un intermediario te dice qué tuerca ajustar y da en la tecla, es brillante. Pero si no capaz que te hace peor. Entender cómo funciona el cerebro es lo que más me alimentó en un estadio en el que el equipo lo necesitaba, del 2020 a hoy».

-¿Cómo definirías tu filosofía de liderazgo?

-Yo me defino como ‘»líder coach». Me gusta el líder que enseña a través de las preguntas, que comparte e interactúa y que les da herramientas a los jugadores. No el que se impone, el superhéroe que llega con soluciones mágicas, porque no creo en soluciones mágicas. No tuve un modelo o un espejo: siempre fui autodidacta y así me fui formando como entrenador. Primero con mi experiencia como jugador y capitán, un rol que es parecido al del coach. Después empecé a ver esto de las personas, de los propósitos, de darle sentido. La curiosidad me hizo ser quien soy. Leo y pregunto mucho. Por eso siempre les digo a los chicos: «Pregúntense por qué». No de caprichosos sino para entender bien el porqué de las cosas.

Cuando habla de esa manera de vivir y trabajar el alto rendimiento que se transformó en una cultura en el seleccionado de Seven, Gómez Cora vuelve una y otra vez sobre algunos conceptos que son clave para él. Uno es que la convicción es más importante que la estrategia.

«Una persona convencida, a pesar de equivocarse, puede hacerlo. Si yo digo que es para la derecha y el jugador, cuando va a la derecha, encuentra dos defensores, te dice: ‘No pude ir porque había algo’. Pero cuando uno está convencido de que es para la derecha, por más que haya un defensor, va a hacer lo imposible por atravesarlo. Por eso el rol de líder es el de convencer y no el de dar su propia idea«, explica.

«Una persona convencida, a pesar de equivocarse, puede hacerlo», asegura Gómez Cora. Foto Maxi Failla

También se detiene en la importancia de generar hábitos dentro del proceso. «Creo cien por ciento que nosotros no definimos a nuestro futuro, sino que elegimos los hábitos que van a definir nuestro futuro. Yo puedo decir que quiero ser un mejor cocinero y si no hago nada, un día cocino y otro no, no voy a ser un gran cocinero. En el juego, un hábito es, por ejemplo, cómo pasar, tomar y patear una pelota, qué jugadas tengo que lanzar en cada lugar de la cancha. Si eso lo tengo que pensar, se me cierran todos los espacios y me tacklean. Si lo tengo incorporado, no pienso, automatizo y no tardo en tomar una decisión. La neurociencia me dice que para generar un hábito, que es algo que hago sin pensar, tengo que repetir las acciones durante 66 días. De ahí la importancia del trabajo constante», reflexiona.

Y comparte además su visión sobre el papel que juegan las emociones en el deporte.

«Algunos dicen que las emociones no son buenas y yo amo las emociones. Somos gracias a las emociones. Por suerte vibramos. Si no vibráramos, preocupate. El tema es poder controlar esa emoción. Si la domino y la controlo, puedo sacarle algo bueno -define compenetrado-. La emoción y la razón juegan en nuestro cerebro. ¿Qué actúa más rápido? La emoción, que es conejo, es salto y respuesta sin pensar. La razón es la tortuga, meditar, pensar, analizar, es compleja, más en un juego tan dinámico como el nuestro. Entonces la emoción bien canalizada es un motor impresionante. Depende cómo la domines, cómo la canalices».

Y recuerda: «Nosotros al final de la World Series empezamos a mermar en nuestro rendimiento porque nos empezó a pesar la mochila de las responsabilidades. Estábamos a nada de lograr algo histórico y soñado, de quedar primeros y eso nos empezó a cargar. Era una emoción que nunca habíamos tenido. Sabíamos perder, sabíamos recuperarnos de la derrota, sabíamos que en la victoria también había que corregir. Sabíamos un montón de cosas, pero ser banca en todo el final de una serie, en la que todos nos iban a venir a ganar, nos empezó a jugar en contra. Por suerte lo pudimos revertir porque las bases y las raíces eran sólidas como el bambú japonés«.

De la World Series a París

Los Pumas 7s levantaron por primera vez el trofeo como ganadores de la fase regular de la World Seven Series.Los Pumas 7s levantaron por primera vez el trofeo como ganadores de la fase regular de la World Seven Series.

El seleccionado argentino vivió un 2024 soñado, porque firmó su mejor actuación histórica en la World Seven Series, el circuito mundial que reúne a los mejores de esa disciplina. Ganó tres etapas (Ciudad del Cabo, Perth y Vancouver), terminó segundo en otra (Dubai) y se llevó la fase regular. Se quedó con las ganas de ponerle la frutilla al postre, porque cayó en el duelo decisivo de la Gran Final de Madrid ante Francia. Pero esa derrota no opacó la enorme temporada de un equipo que ya tiene nombre e identidad propia. Y ese es el premio que más valora Gómez Cora.

«Siempre cuento la anécdota de que en los aeropuertos nos veían vestidos con los buzos del seleccionado y nos preguntaban si éramos de Los Pumas. Y cuando les decíamos que sí, nos decían: ‘Pero no te vi en el Mundial’. El equipo no tenía identidad, era feo. Hoy sí la tiene. Creo fue en Tokio 2020. La gente antes pensaba que de Los Pumas iban siete jugadores a los Juegos Olímpicos; hoy saben quiénes somos y eso es muy interesante. Que los chicos de 10 años hoy tengan el sueño de ser Pumas 7s me hace pensar que algo bueno hemos hecho», reflexiona el entrenador.

«Ese primer puesto fue importante para el rugby argentino. Fue un lindo mensaje para los clubes de que sí se puede cambiar la realidad. Yo no acepto las realidades. Soy hincha de Banfield, un club que no pelea muchos títulos. En Lomas como jugador vivía algo parecido. Y con Los Pumas 7s me tocaba siempre estar en la mitad de la tabla. Cuando agarré el timón, no acepté esa realidad y empecé a trabajar para cambiarla«, desgrana.

¿Cuál fue su camino? «Soñé ser potencia mundial, lo sufrí mucho como jugador y al principio como entrenador. Soñaba con estar acá y darle un buen mensaje a la sociedad. No es que lo hicimos con este primer lugar, pero despertamos cosas en las personas y tenemos que aprovecharlo para demostrar que con esfuerzo, trabajo y convicción, las cosas pasan», responde orgulloso.

En esta temporada el equipo tuvo una prueba fuerte cuando perdió a Marcos Moneta, una pieza clave dentro y fuera de la cancha, que sufrió una fractura de peroné en la sexta fecha, en Hong Kong, y se perdió el cierre de la World Series.

En París tendrán con otra baja de peso, porque Rodrigo Isgró fue sancionado con cinco fechas de suspensión por un tackle peligroso sobre Paulin Riva en el choque ante Francia de la Gran Final de Madrid y no estará en los tres partidos de la fase de grupo, ante Kenia y Samoa, este miércoles 24 de julio, ni frente a Australia, el jueves 25.

«Lo que más disfruto es ver un equipo convencido dentro de la cancha», reconoce Gómez Cora. Foto Foto Maxi Failla

«Si bien él se equivoca y tiene que pagar por sus errores, el castigo me pareció excesivo. Pero prefiero no perder energía en lo que no podemos controlar y ponerla en encontrar cómo reemplazarlo, porque poner a alguien nuevo en su lugar puede ser un cimbronazo y hace necesario un acomodamiento», analiza el entrenador.

«Se da naturalmente que justo vuelve Marcos, con el que se reemplazaron mutuamente. Yo creo en las fuerzas que giran alrededor de un equipo y pienso que por ahí para salir primeros en la World Series tenía que estar Rodri y ahora para ir a buscar una medalla tiene que estar Marcos -sostiene-. Hay que creer, porque si no perdemos mucho tiempo en pensamientos oscuros y cosas que no podemos manejar. Y es mejor enfocarnos en nuestro plan de juego».

-Pensando en esa idea de enfocarse en el proceso y no en las medallas, ¿con qué expectativas llegan a los Juegos?

Somos candidatos y eso pesa un poco más. Por eso serán unos Juegos Olímpicos distintos. Siempre llegábamos para ir a sorprender y ahora van a venir a sorprendernos. Estamos en un lugar que no conocemos. Pero vamos con la idea de ser nuestra mejor versión posible. Me ilusiona dar nuestro cien por ciento y estar convencidos de lo que hacemos. Es lo que más disfruto: ver un equipo convencido en la cancha. Después el rival juega bárbaro, la pelota es rarísima, porque pica para todos lados, el referí tiene su protagonismo -a mi gusto, demasiado importante- y a veces se puede equivocar. Pero nosotros tenemos que dar nuestra mejor versión. Sabemos que podemos hacerlo. Ese va a ser nuestro objetivo. Si eso nos trae una medalla, bienvenida sea. Y si no, saber dónde hay que seguir corrigiendo y construyendo.

-¿Y después de París?

-Vacaciones y descanso. Y después, cuatro años más hasta Los Ángeles. El proceso era de ocho años, con la posibilidad de extenderlo de acuerdo a variables que se dieron estos últimos meses. Así que la idea es seguir hasta 2028, pero no más allá. Hace dos años empezamos a buscar jugadores pensando en esos Juegos. Y mi compromiso ahora es formar entrenadores, porque lo más importante es que esta cultura de Los Pumas 7s se mantenga. Está pasando con los jugadores, a pesar de los nombres, y ojalá pase cuando yo me vaya y venga otro entrenador. No me gusta hablar de un legado. Estoy viviendo un sueño. Entrenar un seleccionado nacional es una responsabilidad enorme y un sueño. A veces digo: ‘Va a pasar una desgracia en cualquier momento’, porque es demasiado lo que estamos recibiendo, desde los resultados hasta el amor de la gente y todo lo que pasa alrededor de este equipo.

HS

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