Simone Biles renació después de tocar fondo en los Juegos Olímpicos de Tokio y sacar a la luz sus problemas de salud mental, de los que escapó con terapia y dos pilares: su esposo, el jugador de la NFL Jonathan Owens, y su histórica entrenadora, la francesa Cecile Landi. «Voy por otra carrera olímpica, nunca pensé que estaría en esta fase todavía haciéndolo y me siento muy agradecida. Puedo escribir mi propio final», se la escucha decir en el trailer de su documental, que se estrenará en julio en la plataforma Netflix, y que llegará en la antesala de París 2024, al que aspira a clasificarse en los trials de US Gymnastics que comenzarán este viernes en Minneapolis.
En este viaje de regreso, Biles dejó a la vista la importancia de tener un sistema de apoyo fuerte; ese entorno sano tan necesario para cualquier atleta de alto rendimiento. Tres años después de lo vivido en Japón, cuando se retiró de competencia al sufrir «twisties», un bloqueo mental temporal por el que los gimnastas pierden la noción de dónde están en el aire, la estadounidense de 27 años se centró en la curación de su salud mental -con sesiones semanales-, pero también encontró el amor y construyó una vida fuera de la gimnasia, con su familia y sus perros, Lilo, Rambo y Zeus, además de explorar su lado comercial, con acuerdos y patrocinios de marcas.
«Todo el trabajo que ha estado haciendo fuera del gimnasio, y con sólo 27 años y casada, tiene otras cosas que hacer, y creo que le ayuda a mantener un buen equilibrio. Sabes, no se trata sólo de gimnasia y creo que eso la mantiene cuerda. Pero en su gimnasia también está dando frutos», le dijo a los medios Cecile Landi, olímpica de Francia en 1996, después de la práctica oficial del miércoles.
La entrenadora de 44 años reconoció que su pupila «está tranquila, se ríe, ha vuelto a ser ella misma». «Ella tiene algunas herramientas que son personales para ella pero que la ayudan a mantener la calma y recordar por qué está aquí. Y cómo pensar en positivo», agregó Landi.
La tranquilidad y confianza de Biles quedaron a la vista en la práctica abierta a la prensa, en la que ejecutó varias rutinas tanto en las barras asimétricas como en la barra de equilibrio con facilidad. Se mostró preparada y lista para unirse a Muriel Grossfeld, Linda Metheny y Dominique Dawes como las únicas gimnastas estadounidenses en competir en tres Juegos Olímpicos.
De hecho, Landi opinó que ha visto crecer la confianza de Biles, aún desde el campeonato mundial de octubre pasado, en el que se convirtió en la gimnasia más laureada de la historia. «Creo que incluso en los mundiales tenía confianza, pero no creo que esté donde esté este año. Creo que está más preparada mentalmente que la última vez -reforzó-. Obviamente siente la presión, pero sabe que está lista».
Para la histórica entrenadora de Biles su éxito en la gestión de su salud mental, combinado con su talento y una formidable ética de trabajo, la llevan a su mejor forma en la antesala de la disputa de París 2024. «Creo que siempre supimos que podía ser mejor. Es la atleta con más talento con la que he trabajado y sabíamos que si conseguía mejorar su juego mental tanto como su físico, sería casi imparable«, concluyó en el Target Center de Minneapolis, escenario del evento que inició este jueves con la competencia masculina.
Dos años sin gimnasia, con terapia y un casamiento
Nacida en Columbus (Ohio) y criada en Spring (Texas), donde fue adoptada por su abuelo materno Ron y su mujer, Nellie, Simone conoció la gimnasia a los 6 años y nunca más frenó hasta 2021. Un año antes, en medio de la pandemia por el Covid, conoció al jugador de la NFL Jonathan Owens a través de una app de citas a la que solo se puede acceder con invitación.
Instada a usarla por una amiga, en la primera semana hizo match con el entonces jugador de los Houston Texans y en la segunda lo conoció en persona. Según él, ella le escribió primero y la mayoría de las citas se dieron por videollamada por la cuarentena: veían películas, jugaban y bebían sangría desde sus respectivas casas. También contó que se sorprendió cuando vio que ella tenía millones de seguidores en Instagram; no sabía que se estaba enamorando de la mejor gimnasta de la historia. “Mucha gente no me cree cuando digo que no tenía ni idea. Cuando lo vi, pensé: ‘Debe ser bastante buena'», le contó a la revista Vanity Fair.
En el día de San Valentín de 2022, Owens le pidió matrimonio y Biles aceptó. La ceremonia civil, pequeña e íntima, se realizó en abril de 2023 en Houston y en mayo hubo celebración en México. «En mi vida me lo había pasado tan bien. Tenía 19 años cuando gané mis primeras Olimpiadas, así que pensé que difícilmente lo podría superar, pero mi boda lo hizo. Me sentí mejor que nunca», confió Biles en esa revista. Desde entonces, su foto de perfil en Instagram la tiene vestida de novia y no con una malla de competición.
Un regreso de oro
La gigante de 142 centímetros reapareció en agosto del año pasado en el campeonato nacional de gimnasia disputado en la ciudad californiana de San José. Allí, ganó su octavo título y batió el récord que desde 1933 tenía el difunto Alfred Jochim.
Luego, participó del Campeonato Mundial de Gimnasia Artística en Amberes, donde se transformó en la gimnasta más condecorada de la historia con 37 medallas entre Campeonatos Mundiales de Gimnasia Artística (23 oros, 4 platas y 3 bronces) y Juegos Olímpicos (4 oros, una plata, dos bronces), dejando muy atrás los 33 que sumó en esas dos grandes citas el bielorruso Vitaly Scherbo durante su carrera.
“Sentí que volvía a estar en mi elemento y fue emocionante, pero estaba aterrorizada. Tenía el entrenamiento con el que respaldarlo porque habíamos trabajado muy duro, pero estaba muerta de miedo. No estaba tan cómoda ni confiada como habría querido”, reconoció en esa entrevista con Vanity Fair realizada en enero de este año. “Fue bastante sorprendente. Solo permitirme a mí misma el riesgo de ser vulnerable frente a una multitud al volver a competir ya fue una victoria para mí”, reconoció.
La temporada 2024 arrancó a poco más de dos meses de los Juegos Olímpicos, en el torneo Core Hydration Classic de Hartford, en Connecticut, el que ganó y se lució con el doble Yurchenko -ahora conocido como Biles II– en su rutina de salto del potro.
«Cuando me tomé un descanso luego de 2016, me lo pasé como nunca. Pero después de los de 2020, fue bastante deprimente hasta que empecé a hacer terapia y me ayudaron. Me sentí una fracasada. A pesar de empoderar a tanta gente y concienciar sobre la salud mental, cada vez que hablaba sobre mi experiencia en Tokio, porque es evidente que no salió como yo había planeado, me dolía un poco. Pero fue la mejor decisión, en definitiva. Ahora, si no consigo ir a París, no me destrozará por completo«, dijo sobre una posibilidad remota que no hace más que reflejar que la gimnasia es solo un aspecto de su vida pero no su vida entera.