«Mi cabeza se dispara detrás de una pelota«, fue la frase, al borde de las lágrimas, que eligió Miguel Ángel Russo para referirse a su lucha contra la enfermedad que lo persigue desde 2017, un cáncer de próstata que logró enfrentar a tiempo pero que lo mantiene en lucha constante.
Esta vez, el emocionante momento se dio al dialogar con «Inclusivamente», un programa de radio dedicado a la inclusión de personas con discapacidad. «Soy solidario. Es la única manera, no hay otra», aconsejó el técnico de 68 años en un video que se hizo viral, ante el pequeño círculo de periodistas que lo escuchaba atentamente en la entrevista.
«A mí me toca lucharla en forma privada, no me gusta todo el ruido. Mi cabeza dispara atrás de una pelota. De verdad», afirma Russo en su breve comentario, aclarando la manera en que transita esta delicada situación, previo a fundirse en un abrazo con sus interclocutores, que lo oían atentamente. «Un millón de gracias, lo que necesiten», alcanza a decir. «Estamos agradecidos por tu entrega», le responden. Inmenso, Miguel.
Famoso por su carisma, optimismo e imponente sonrisa, son pocas las veces en las que se ve a un Russo sensibilizado y abierto para hablar sobre su enfermedad, la cual a pesar de haber tratado a tiempo, continúa bajo un cuidado permanente.
«El tratamiento es permanente para sentirme bien y mejorar, pero es duro. No sabés por donde te puede atacar el cáncer una vez que ya lo tuviste», contó en diálogo con TyC Sports, la última vez en la que se había referido a su lucha fuera de las canchas.
La primera vez que Russo debió lidiar contra el cáncer ocurrió en 2017, cuando dirigía en Millonarios de Colombia. Para superarlo, junto a sesiones de quimioterpia, debió ser intervenido quirúrgicamente en dos oportunidades. Incluso tampoco se rindió cuando una bacteria intrahospitalaria le ocasionó una infección urinaria.
Sin embargo, su delicado estado de salud solamente sanaba cuando estaba en contacto con el fútbol, su mejor remedio. Y así como ahora metaforiza con disparar «atrás de una pelota», ya lo había demostrado en 2018, cuando dijo presente en la final del torneo colombiano, que teminó ganando, durante el pico de su infección.
En diciembre pasado se consagró campeón con Rosario Central de la Copa de la Liga, fue el décimo título de su carrera, que incluye dos ligas locales y la Copa Libertadores obtenida con Boca, en 2007. Un ganador, en todos los sentidos posibles de la palabra.
«Me ayudó muchísimo el fútbol. No sé porqué, cuando teníamos ese partido, pensaba casi siempre en eso y lo que menos se pasaba por mi cabeza era la enfermedad», confesó tiempo atrás sobre aquel momento. Hoy, el camino parece ser el mismo.