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martes, 5 noviembre, 2024
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En el Gran Chaco quedan menos de 20 yaguaretés y tan solo el 3% del territorio es óptimo para su supervivencia

Los resultados surgen de un análisis detallado de su hábitat que hizo el Conicet y difundió Greenpeace. Los principales motivos de desaparición de la especie son la caza y la deforestación.

Agustina López

Un yaguareté trepado a un árbol. Foto: Eduardo Fragoso/Greenpeace

Un yaguareté trepado a un árbol. Foto: Eduardo Fragoso/Greenpeace

La cacería y la deforestación indiscriminada para ampliar la frontera agrícola en el Gran Chaco están empujando a que un emblema natural de la Argentina desaparezca. En esta región, que abarca Chaco, Formosa y parte de Salta y Santiago del Estero, apenas quedan entre 15 y 20 ejemplares de yaguareté. Son aproximadamente 7 millones de hectáreas en donde apenas el 3% está en condiciones óptimas para que el felino más grande de América pueda desarrollarse como corresponde. Este número es insuficiente para poder sostener y hacer crecer la población de animales que en todo el país ronda los 300 ejemplares y está en peligro crítico de extinción.

Con estos datos, investigadores del Conicet y de las universidades de Río Cuarto, Córdoba y Misiones junto al Proyecto Yaguareté y la Asociación Civil Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico desarrollaron una herramienta para aplicar políticas de conservación de la especie. La iniciativa se llama POCY (Paisaje Óptimo para la Conservación del Yaguareté) y demarca, a través de un mapa, las principales áreas de manejo para esta especie y su hábitat, y los espacios que deberían ser protegidos.

Captura de pantalla de la herramienta POCY. Foto: Pocy Chaco

Captura de pantalla de la herramienta POCY. Foto: Pocy ChacoPor: Agustina Lopez

“Si la deforestación y la cacería siguen al ritmo actual en la región y no se trabaja con las zonas más degradadas, el yaguareté se va a terminar extinguiendo en el Chaco. Son densidades bajísimas las que hay. Lo que necesitamos es empezar a tener cada vez más áreas núcleo, cada vez más áreas aptas para que la especie empiece a recuperarse, se empiece a reproducir y que los cachorros que nazcan no sean cazados o mueran por la degradación del ambiente”, explicó a TN la Dra. Verónica Quiroga, investigadora del Instituto de Diversidad y Ecología Animal del CONICET.

Para Quiroga, ese 3% de áreas en estado óptimo es insuficiente porque el animal necesita poder circular y moverse por corredores seguros. Lo que faltan son acciones urgentes de parte de las provincias. “Necesitamos desmonte cero en toda la región chaqueña, empezar a trabajar el problema de la cacería, hacer más acciones de difusión, enseñar sobre la importancia de la especie. También brindarles a los pobladores locales alternativas productivas que no impliquen desmontes totales”, agregó la investigadora.

Provincias con deforestación histórica

Las áreas que demarca el POCY están dentro de las provincias que, históricamente más deforestaron en la Argentina, esencialmente para darle lugar al negocio agropecuario. Según datos recientes publicados por Mapbiomas Argentina, en los últimos 25 años el país perdió 7,6 millones de hectáreas de vegetación, el equivalente a dos veces la provincia de Buenos Aires. El ranking de las provincias que más desmontaron árboles y arbustos lo encabezan Santiago del Estero (2,1 millones de hectáreas), Salta (1,5 millones de hectáreas) y Chaco (870 mil hectáreas).

Dos yaguaretés en el Gran Chaco. Foto: Eduardo Fragoso/Greenpeace

Dos yaguaretés en el Gran Chaco. Foto: Eduardo Fragoso/Greenpeace

Estos datos se complementan con que entre 1998 y 2022, la superficie agrícola aumentó 5,2 millones de hectáreas y las pasturas 1,4 millones; mientras que las plantaciones forestales aumentaron un 37%.

Otro aspecto que se suma a la desprotección del yaguareté tiene que ver con el nuevo Ordenamiento Territorial de Bosque Nativo que aprobó hace algunas semanas la legislatura chaqueña y que habilita el desmonte de 1 millón de hectáreas. ¿Por qué? Porque áreas que antes estaban marcadas por la Ley de Bosques como “amarillas” (se pueden hacer actividades productivas sostenibles pero no desmontar) o “rojas” (no se pueden tocar) pasaron a pintarse de verde, habilitando la deforestación. Justamente lo opuesto a lo que recomiendan los expertos.

“Se trata de un área de corredores de conservación y de amortiguamiento del Parque Nacional Copo, la Reserva La Pirámide y la Reserva Provincial Loro Hablador. Esto pone en riesgo la supervivencia de grandes mamíferos, como el yaguareté (especie autóctona al borde de la extinción)”, indicó a TN Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace.

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