El término huella de carbono, hace referencia a la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos de manera directa o indirecta por una persona, producto, empresa u organización. Hay políticas ambientales gubernamentales que se generan constantemente para mantener limpio el pulmón del medio ambiente y mejorar el entramado socio productivo. Dependiendo del tipo de actividad que mida la huella de carbono, podemos distinguir tres tipos de huella de carbono: la de carbono de empresa, de carbono de producto y la de carbono personal.
Es posible calcularla a través de aplicaciones y cálculos tradicionales de manera que el concepto nos ayuda a medir de forma simplificada las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas.
En el mundo empresarial es un término cada vez más conocido, que además cuenta con regulación nacional y europea. La aplicación de placas solares, la tecnología de la aerotecnia compensa parte de esos daños.
Y a diario, con rutinas que corrigen nuestros malos hábitos, repetidos ancestralmente, podemos hacer una gran contribución a la causa. Con acciones como estas:
- Usar `productos de limpieza o belleza que etiquetados como “eco-firendly”
- Tomar baños con luchador, no en bañeras ya que se ahorran un promedio de 7000 litros por cada uno.
- Separar la basura en orgánica, plástica, vidrio y PET
- Utilizar pesticidas para las plantas del jardín que sean de preparados naturales domésticos.
- Evitar comprar agua embotellada al circular a diario, mejor valerse de las de vidrio y recargables.