El dueño de la cadena de supermercados ve una mejora en cómo son percibidos los dueños de compañías.
Desde hace décadas, las empresas locales cargan con el estigma de tener una mala imagen en la opinión pública. Sin embargo, las dificultades de la economía planteadas por un Estado que ocupa el 42% del PBI parecen haber dado un aire nuevo al sector privado.
«El empresario está mal visto en la Argentina, pero creo que eso está cambiando. Ya no estamos al final de la tabla, sino en un punto medio”, explicó Federico Braun -uno de los accionistas de los supermercados La Anónima- en el lanzamiento de una campaña publicitaria para alentar a las Pymes.
En diálogo con la emprendedora social Ana María Luengo -de Delicias Ocultas- Braun pidió: «No nos obsesionemos con los problemas. Yo no tengo la solución, si la tuviera, estaría en otro lado. Pero en este contexto se puede ser exitoso también, por eso seguí emprendiendo”.
Argentina rankea bajo en la cantidad de Pymes por habitantes. En proporción, posee cuatro veces menos que Chile. Para subsanarlo, habría que crear entre un y dos millones de Pymes en los próximos años, según Gonzalo Blousson, presidente de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA), que el lunes realizó un encuentro.
Jorge Macri, precandidato a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires por el PRO (Juntos por el Cambio), y Roberto García Moritán (Republicanos Unidos) se acercaron al salón dorado del Teatro Colón para respaldar el lanzamiento de la asociación, pensada para fomentar a las Pymes.
Braun entusiasmó al auditorio cuando marcó que “no hay diferencia entre emprendedor y empresario”, dando a entender que la escala no es lo más importante, sino la voluntad de desarrollar una idea y generar empleo.
El ejecutivo contó que, tras la devaluación y pesificación de fines de 2001 y comienzos de 2002, la empresa se quedó sin dinero para hacer frente a una deuda. Que contaba con los pesos necesarios antes de la caída del expresidente Fernando De la Rúa. Pero que, cuando llegó el momento de pagar, el dólar se había escapado a $ 4 y no podían desembolsar los pesos necesarios para subsanar la deuda en dólares.
“Lo hablamos con los bancos. Nos entendieron. Entendieron que la trayectoria de una empresa hace a la confianza. Y nos dieron más tiempo. Pudimos pagarlo tres años después”, graficó.
La Anónima, que tiene 115 años de vida, pasó por procesos de alto crecimiento (“en 1982, crecíamos al 20%-30%”, según Braun) y otros procesos de retracción. El ejecutivo hizo foco en ser “líderes de pequeñas comunidades”. Es una estrategia que ya aplicaron en la mayoría de las provincias patagónicas, pero que también están llevando al interior “no frío”: desembarcaron en Goya, Corrientes.
«Estamos yendo a 300 kilómetros por ahora y nos vamos a chocar. Esto que estamos viviendo se parece a un fin de fiesta. La pregunta a partir de ahora es ‘qué hacemos y en qué nos vamos a convertir?», según planteó Patricio Gigli, director ejecutivo de ASEA.
La emprendedora social Luengo, que dialogó con Braun, capturó los momentos más emotivos. Contó que amanece todos los días para vender café, facturas, desayunos caseros, Y que pensó que se hundiría cuando arrancó la pandemia. Allí aprovechó para hacer un programa de mentoreo con un banco. El ejecutivo del banco pidió ir a su casa en Ciudad Oculta (ahora llamado Barrio 15).
Le convidó su café, y el ejecutivo bancario le preguntó si era capaz de prepararle el desayuno a decenas de ejecutivos a la vez, para un Zoom que estaba programado con varios asistentes. Luengo (que prefiere que la llamen «Anita») lo hizo y lo festejó como un mojón. Ahora también ayuda con emprendimientos similares en Río Gallegos, donde fue a asesorar a otras mujeres para que se aboquen a ideas similares y sueña con viajar por el país para convertir los dulces de cada localidad en una oportunidad de emprendimiento para sus comunidades.
NE