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miércoles, 10 septiembre, 2025
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De cómo Cristina Kirchner intentó apropiarse del triunfo de Kicillof

Cristina Kirchner es más veloz que un rayo. El domingo de la victoria, a las 9 en punto de la noche, en el segundo exacto en que se conocían los primeros cómputos de la elección, lanzó un tuit que, por lo oportuno, fue comentado en los medios que transmitían en vivo en ese momento. La jefa -porque todavía se atribuye a sí misma esa condición- le estaba poniendo la firma al triunfo y haciéndolo suyo. Se estaba apropiando de la gloria. Poco importaba que la votación se hubiera realizado en la provincia comandada por Axel Kicillof -su rival en la actual interna del peronismo-, ni que las listas las hubieran armado entre los dos, ni que hasta cinco minutos antes la ex presidenta criticara duro al gobernador por su idea de desdoblar y adelantar los comicios en territorio bonaerense. No: de golpe, todo el mérito era suyo.

Escribió CFK a las 9 en punto en que se conocieron los resultados: “¿Viste Milei? Banalizar y vandalizar el ‘Nunca Más’, que representa el período más negro y trágico de la historia argentina, no es gratis. Reírte de la muerte y el dolor de tus oponentes, tampoco. Pero señalar con el dedo y estigmatizar a los discapacitados, mientras tu hermana cobra el 3% de coima de sus medicamentos, es letal. Y mejor ni te cuento cómo está el resto (de los que todavía tienen laburo)… Endeudados por comida, alquileres, expensas o medicamentos, y encima con las tarjetas reventadas… Salí de la burbuja, hermano… que se está poniendo heavy. Saludos cordiales desde San José 1111”.

Y no conforme con correrlo a Kicillof de la escena dirigiéndose sin intermediarios al Presidente desde su prisión domiciliaria, le sumó esta postdata: “PD: Por eso, el próximo 26 de octubre, Kirchnerismo y Peronismo… ¡Más que nunca!”.

Sí, el kirchnerismo adelante, para que no se espante. Y el peronismo como furgón de cola.

Las infinitas ansias de protagonismo de la ex presidenta no son algo nuevo. Basta recordar sus cadenas nacionales a repetición cuando gobernaba la Argentina, su histrionismo sin par y el culto que el aparato de propaganda K rendía a su imagen en aquellos años. También sirven de ejemplo los codazos que le dedicaba a un presidente que ella misma encumbró, Alberto Fernández, porque él se proponía algo tan básico como ejercer su cargo sin pedirle permiso para todo.

Ahora, el que sufre esos destratos es Kicillof, el primero que se le opone seriamente en la pelea por la conducción del espacio y el mismo al que ella descalificó cuando trajo la idea del desdoblamiento para no allanarle el camino a un Milei que meses atrás aun parecía invencible en lo electoral. Ahora que el plan salió bien, una amiga de la ex presidenta, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, le sigue bajando el precio: “El desdoblamiento salió bien, pero el resultado es multicausal”, dijo hace horas.

Traducido: no es mérito de Axel.

Incluso en los tramos finales de la campaña, cuando el escándalo de las coimas del 3 por ciento que involucra a Karina Milei parecía haberle resuelto la vida al peronismo, había alguien que estaba más preocupado por otra temática, Máximo Kirchner, quien en un acto le reprochó a Kicillof que no invirtiera el mismo dinero en el Quilmes de Mayra Mendoza que en La Plata desde la que él gobierna. Un planteo insólito y extemporáneo que ganó los titulares de la prensa: fuego amigo. Es que el hijo biológico de Cristina siempre renegó de quien era su hijo político, Axel, antes de que el gobernador adquiriera vuelo propio.

Ahora todos se detestan. Y CFK intenta explicar que la que arrasó en la Provincia fue ella.

Telón piadoso.

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