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martes, 9 septiembre, 2025
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La incógnita que abre la derrota en provincia de Buenos Aires: Milei llegará a octubre?

En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190) , Alejandro Horowicz, Raúl Timerman y Gustavo Marangoni conversaron sobre el triunfo de Fuerza Patria en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, la estrategia electoral oficialista y el futuro del presidente Javier Milei en el Gobierno.

Alejandro Horowicz es ensayista, periodista, doctor en Ciencias Sociales y profesor universitario argentino. Raúl Timerman, director del grupo de Opinión Pública y socio de Shila Vilker en la consultora Comunicaciones Sudamericano. Gustavo Marangoni es analista político y socio de la consultora M&R Asociados.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Alejandro, vos sos el mayor especialista en peronismo de la Argentina. ¿Cómo sigue el peronismo? ¿El peronismo que tantas veces lo han dado por enterrado vuelve a renacer o estamos frente a una situación coyuntural en la que se usó al peronismo como un vehículo para votar en contra de Milei?

Alejandro Horowicz: Para esta clase de situaciones elijo los números. El padrón de la provincia de Buenos Aires tiene 14 millones de votantes. El 37% no votó. El 37% son 5 millones de votos. Ninguna de las fuerzas políticas en la compulsa alcanzó ese número. De modo que el primer dato clave para mirar es los que no votaron.

Para que se comprenda, cuando se habla de que el porcentaje que obtiene el peronismo es del 45% es de los votantes, se restan los no votantes. Si uno ponderase sobre el total de los que podrían votar, ese 45% termina siendo el 30%.

A.H: Exactamente. Y el 37% no voto. Cuando comparás esto con los datos de no voto de la Capital Federal, que fue del 47%, y volvés a comparar esto con las elecciones en Santa Fe, donde dio 53%, ves tres escenarios de distinta calidad de legitimidad política. Si en un lugar la absoluta mayoría no vota y en el otro lugar solo lo hace el 37%, está mucho más claro que hay una calidad de expectativas en ese orden en la provincia de Buenos Aires, que en los otros dos. Y aquí viene la primera respuesta contra los gorilas tradicionales: si vos sostenés que la participación política es el índice clave de la calidad política, tenés que admitir que la provincia de Buenos Aires es, hasta lo que hemos visto hasta acá, el espacio de mayor calidad.

El segundo elemento es que si mirás las elecciones de octubre del 2023, y las comparás con estas, vas a ver dos curiosidades. Primero, Kicillof conservó los votos de octubre del 2023. No sacó un solo voto más. Arrimó hasta ahí. Mientras que cuando mirás en las elecciones del 2023, mirás los números de La Libertad Avanza y mirás los números de Macri en ese momento, se ve que Javier Milei perdió todos los votos que aportó Macri. Cuando volvés a mirar el balotaje de 2023, vas a ver que en el balotaje votaron 2 millones de personas más que las que lo hicieron en las elecciones donde Axel Kicillof salió electo gobernador.

Hay una cantidad de integrantes de la provincia de Buenos Aires que tienen claro que La Libertad Avanza solo les interesa en la presidencial contra Sergio Massa. Votaron contra Massa, pero no lo hicieron contra Kicillof. Hay una distinción política de los votantes en una dirección que tiene un balance compartido, pero al mismo tiempo ese balance compartido a favor de Kicillof es un balance que no excede en ningún caso el techo que el peronismo tiene y que ya tiene hace un largo rato. En 2019, cuando ganan los Fernández, ellos sacan 55.000 votos menos que los que Macri obtuvo en el 2015 cuando ganó. Y cuando Macri que perdió 2 millones de votos en 2019, habiendo 2 millones de nuevos votantes. Si mirás esto de punta a punta, te das cuenta que estás frente a un orden político estancado, con una capacidad de enamorar muy baja, con una capacidad de representar cada vez más débil, con una capacidad de una crítica pasiva -no votar- muy importante, y que empieza a haber una presencia que tiene tradición en la política argentina, que es el voto en blanco.

No hay duda que el gran vencedor de esta primera batalla es Kicillof, no solo porque es el candidato opuesto para presidente de esta alianza política, sino porque además es el hombre que eligió una estrategia que funcionó en contra de la propuesta por Cristina y los demás. Entonces vos tenés un hombre que se planta, no hay duda que es el que maneja la cancha, obtiene el mejor resultado, pero este mejor resultado que alcanza para una victoria de 13 puntos de diferencia no alcanza para quebrar el techo de cristal del peronismo y de todo este orden político. Lo que vos ves es la deuda que el orden tiene con la sociedad.

Raúl, yo venía escuchándote a lo largo de los últimos meses tus intervenciones en Bravo TV con mucho interés, así que tengo doble interés de escuchar ahora tu análisis de lo que pasó ayer. ¿Qué pasó ayer?

Raúl Timerman: Hubo elecciones. La primera conclusión que saqué después de ver todo el espectáculo y antes de pensar qué había pasado es: “Qué lindo es ganar. Ganar las elecciones es maravilloso”. Vos veías de un lado un escenario colmado de gente con un Axel eufórico, emocionado hasta las lágrimas. Y del otro lado veías un escenario donde por lo menos faltaban tres actores fundamentales. No estaba el responsable de la política económica, que creo que tuvo mucho que ver con el resultado de esta elección. No estaba el que suele ser el responsable en los procesos electorales, que en este caso es jefe de Gabinete, Guillermo Francos, pero que ocupa el lugar del Ministerio del Interior y que es el que negocia con los gobernadores. Y no estaba un tercer personaje, en este caso particular muy relevante, Sandra Pettovello. ¿Por qué? Porque no se prendió al “yo pongo las manos en el fuego por Karina y por los Menem”.

Entonces, de un lado hay una alegría y un festejo con un claro ganador y alguien que se asienta, que se empieza a sentir más cómodo con ese bastón de mariscal que sacó de la mochila, que el General siempre dijo que todos los militantes llevaban. Y del otro lado se vio a un presidente convertido en un oxímoron. En sí mismo, su discurso fue el elogio a la contradicción. Dijo: “Escuchamos a las urnas, escuchamos al electorado, hemos sido derrotados. Vamos a seguir haciendo exactamente lo mismo. No vamos a cambiar absolutamente nada”.

¿Cuáles creés que son los errores? Porque claramente estaba el oxímoron. Dijo que hay errores, que tienen que cambiar, pero que no van a cambiar nada. ¿Creés que es el clásico ese de que el problema fue la campaña y no las ideas?

Acá lo que se castigó fue la gestión, no la estrategia electoral. Eso fue totalmente claro. Javier Milei es un personaje difícil de analizar con criterios racionales, porque tiene un funcionamiento 100% emocional en una dirección que es demasiado disruptiva para mi modo de pensar. No te puedo decir qué cruza por la cabeza de Javier Milei. Lo que sí te puedo decir es que se le embarró la cancha totalmente. Yo ayer me preguntaba qué va a pasar con el dólar, qué va a pasar con las acciones, cómo le va a responder el mercado, etcétera, teniendo en cuenta que en el equipo de campaña de Axel Kicillof había dos escenarios. Un escenario pesimista decía que se ganaba por cinco puntos y un escenario optimista que decía que se ganaba por nueve puntos, y ahí se movía en esa banda. Nunca se esperaron 13 o 14 puntos. Yo creo que ese resultado, más la reacción del Gobierno, pone en duda la gobernabilidad de aquí a las elecciones de octubre. Y si llega a las elecciones de octubre y sufre una derrota…

¿Y si llega? ¿Dudás de que pueda llegar?

Totalmente.

A.H: El razonamiento es básico. Cuando el JP Morgan hace una lectura electoral, primero te sorprendés un poco porque no es exactamente esa su expertise. Se supone que entienden de otras cosas. Pero lo que te están haciendo saber es que si mi cliente no consigue el resultado que el JP Morgan necesita, usted no nos es el instrumento adecuado.

¿Qué pasó ayer, Gustavo?

Gustavo Marangoni: La jornada de ayer dejó dos padres: un padre de la victoria y un padre de la derrota en términos políticos. El padre de la victoria fue el gobernador Kicillof, porque él tomó la determinación de separar las elecciones de las nacionales por primera vez desde la restauración democrática, contra viento y marea, contra los propios, contra Cristina y La Cámpora, que hasta último momento presionaron para que no sea así. Con argumentos, porque no creo que sea solo con caprichos, la medida era audaz, pero cobró esa audacia. Ganó de manera contundente.

El padre de la derrota es el presidente de la República por dos motivos. Primero, porque nacionalizó una elección provincial, pero segundo, por motivos económicos, porque él es el padre del modelo. Y ayer en la Provincia hubo un plebiscito contra la política económica del presidente Milei. Eso es lo único que puede explicar la masividad del resultado, no solo en cantidad de votos, sino en términos geográficos. El peronismo ayer ganó en municipios agropecuarios en los que no ganaba desde hace 20 años.

La política económica no solo castiga a sectores del cordón industrial, como era público y notorio -bastaba ver los indicadores de la actividad industrial, de la construcción, etcétera-, sino también a sectores del complejo agroalimentario. Porque además en las ciudades que están en el corazón de la zona núcleo se vive del consumo de otra gente. Antes se hablaba de los modelos y de los modales en otra época.

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Es decir, se castigó al modelo y probablemente también a los modales, pero en ese orden. Hablando mano a mano con la gente, alguien me lo resumió muy bien. Me dijo: “El sueldo es de 20 días y el mes de 40. No me sirve, no me alcanza. Está bien que haya bajado la inflación, pero los sueldos no me ayudan a recuperar capacidad de ingreso”. Eso que los economistas llaman consumo disponible, lo que te queda después de pagar aquello que no podés postergar, cada vez es más pequeño.

Además, ayer ganó un gobernador, y esa es una línea de continuidad en este 2025. Los gobernadores, con la única excepción de la Ciudad de Buenos Aires, ganaron todos. Y creo que tiene cierta lógica. Al inicio de la presidencia Milei se podía admitir, por excepción y emergencia, un ajuste que aplicara a los jubilados, a la obra pública y a los fondos que se distribuyen en todo el país. Había gobernadores que entendían que un gobierno que comenzaba no debía, aún ante medidas tan drásticas, privársele de la posibilidad de comenzar, pero en tanto y en cuanto esto fuese algo transitorio.

Si te prometieran muletas hasta que recuperes la capacidad de andar, bueno, nadie estaría del todo feliz, pero diría “es algo ocasional”. Ahora, si te dicen “las muletas son para siempre”, vas a tratar de buscar algún tipo de tratamiento que te pueda dar, alternativamente, una solución mejor. Los gobernadores, aun aquellos que tenían buen diálogo con el Gobierno nacional, comenzaron también a reaccionar. Y creo que ahora, para conjugar gobernabilidad, vas a tener que empezar a combinarla con gobernadores. Gobernadores y gobernabilidad va a ser un hilo conductor de aquí en adelante.

Mencionaba antes el caso de las encuestas, que es otro de los derrotados de ayer. Además del Presidente y la política económica, fue derrotada Cristina Kirchner, fueron derrotadas las encuestas y fue derrotado el periodismo oficialista. Encuestadores y periodismo oficialista venían creando una especie de subjetividad en la cual el Presidente gozaba más o menos del 50% de apoyo, y eso le daba la legitimidad de decir que la sociedad quería la motosierra. ¿El resultado de ayer es resultado de la política económica o cuánto creés que influyó el tema de corrupción en Discapacidad? ¿Y qué pasó con los analistas numéricos de opinión pública?

RT: Una cosa son las encuestas electorales, y otra cosa son las encuestas sistemáticas que se hacen para seguir el humor de la opinión pública. Si vos tomás el caso de este Gobierno, hubo tres momentos claros en que tuvo más desaprobación de gestión que aprobación. Una de las características de este Gobierno es que estuvo siempre en el orden de 50-50, cosa que ningún gobierno antes estuvo.

Pero hubo tres momentos. Septiembre del año pasado, con el doble veto a la movilidad jubilatoria y el financiamiento universitario. En un mes, un mes y medio, se recuperó el Gobierno y volvió a estar 50-50. El otro fue en febrero de este año, con el caso Libra, donde dos de cada tres electores veían un acto de corrupción y solo uno de cada tres veía una operación. El caso Libra le tardó tres meses en recuperarse, y aparece un golpe en uno de los dos argumentos de este Gobierno en su campaña electoral. Uno era acabar con la casta corrupta de la política, y ahí aparece el tema corrupción.

Y el tercero empieza a principios de agosto con el triple veto: el veto a la Discapacidad, a la moratoria jubilatoria y al aumento jubilatorio. Ahí empieza a caer la aprobación de gestión y el conflicto con el Congreso. Después aparecen los audios de Spagnuolo. Resultado de eso, pasó de 51 a 40 puntos de aprobación de gestión. El 57% desaprobaba la gestión, de los cuales 47 puntos, que es el número de la provincia de Buenos Aires, decía que la gestión era muy mala.

Si vos tenés 40 puntos aprobando la gestión de un gobierno que ganó con el 56% del balotaje, perdió una cantidad de adherentes importantes. ¿Se pasaron a la oposición esos adherentes? No. Los votos en la provincia de Buenos Aires son los mismos votos históricos del peronismo. El peronismo no es una alternativa para esos decepcionados del Gobierno de Milei. En el país hay más antiperonismo que peronismo. Hay más antikirchnerismo que antiperonismo, pero hay más antiperonismo que peronismo. Entonces, no es una alternativa.

En el 47% que dice “la gestión es muy mala”, hay enojo, hay bronca, que son motivadores proactivos. La sensación “lo voté a Milei, no me dio lo que yo esperaba que me dé” es pasivadora, no es proactiva. Resultado final: los votantes peronistas concurrieron masivamente a votar y los votantes de Milei se quedaron en su casa. Y ese es el resultado que la encuesta electoral no pudo prever.

O sea, que las encuestas están bien, simplemente que no fueron a votar los que apoyan en las encuestas a Milei

RT: Contestan que van a votar por Milei, pero después no van a votar.

¿No tenés temor que se esté dando aquello que la politóloga alemana Noelle-Neumann planteaba del carro del vencedor? Que la gente, escuchando en los medios que tienen mayor audiencia que lo que hace el presidente está bien, luego, cuando le preguntan las encuestas, diga algo para adecuarse a lo que le parece que es la subjetividad de época, pero no sea lo que verdaderamente piensa…

Hubo una operación por parte del Gobierno para instalar el empate técnico, que anunció frente a 900 personas en el acto de cierre en Moreno anunció el presidente Milei: “Es un empate, sí, es un empate técnico”. Pero eso siguió porque el miércoles y el jueves, el diario Clarín publicó las últimas encuestas. Una de ellas, tengo la evidencia, tenía un mes y medio de antigüedad y en esas últimas encuestas le daba un punto y medio o dos puntos a Fuerza Patria. Fue la misma operación que hizo Sergio Massa en el balotaje con Milei, que decía: “Estamos dos puntos abajo”, y estaba 10 puntos abajo. Esa estrategia no sirve, no motiva a nadie para ir a votar. Yo me quedo como con Joseph Napolitan, que decía: “Yo nunca doy a conocer mis encuestas porque son las mejores de todas, están bien hechas, no quiero que los otros las sepan”. Y la encuesta esa que daba 5% pesimista, 9% optimista, era la que más se aproximaba. Y esa encuesta no apareció nunca publicada.

¿Habrá un quinto, un sexto, un séptimo peronismo? Yo me acuerdo que Carlos Corach decía que si Perón resucitara se sorprendería de la longevidad de su partido. Y también Perón decía que su mejor invento era el antiperonismo, que era el que le daba longevidad al peronismo. ¿Cómo sigue?

AH: Fijate cuál es la crítica a Milei en el fondo. Incluso Juan Grabois plantea que el superávit fiscal no es un disvalor, que el ajuste es obligatorio y que toda la discusión son los modos en que se ha ejecutado el ajuste.

¿Los excesos podríamos decir?

Ahí está. Cuando vos querés trazar un piolín de este modo de comprender un problema, vos partís siempre de la fórmula “no queremos que el Gobierno fracase”. Yo, por el contrario, cuando veo a un hombre como Milei que solamente va a fracasar. Por lo tanto, mi problema es cuánto me va a costar el fracaso de Milei, cuánto le va a costar a la sociedad argentina. Esta no es una discusión de modales, esta es una discusión sobre la estructura general de la sociedad argentina y las deudas pendientes que no ha resuelto. Y el modelo es por qué Milei ganó, siendo un outsider, semejante nivel de credibilidad y lo sostiene. Cuando digo que lo sostiene no me refiero solamente a cuántos votos saca, sino a cómo le discuten lo que le discuten. Dicho de otro modo, aceptan que la gestión de él, salvo los errores y los excesos, no está mal, es lo que hay que hacer.

Entonces, lo que vos ves allí es que el planteo de Grabois tiene un pequeño inconveniente, y el inconveniente es que necesita un programa para poder ejecutarse. Cuando vos ves la política argentina desde 1983 hasta la fecha, contame qué partido político explicó qué programa. Cristina, después de haber sido dos veces presidenta, una vez vicepresidenta y una vez la mujer del presidente, explicó que sería bueno tener un programa. Cuando vos no tenés explícitamente un programa, tenés un programa implícito. Esto es el programa del Fondo. Y el programa del Fondo es el programa del ajuste a perpetuidad. Es verdad que Milei hace bestialmente el ajuste, pero cuando yo planteo que la respuesta es el ajuste, está la explicación de por qué Milei ganó.

Si yo te digo “con la democracia se come, con la democracia se educa”, no se come, no se educa. Entonces, si yo te digo “la democracia no vale gran cosa”, si vos tenés 35 años, sabés que para vos gran cosa no vale. Si yo te cuento que el gobierno anterior era el gobierno de la justicia social y se fue con 35% de pobres, está claro que la justicia social no funciona. Y viene un tipo que te dice: “No, acá no se trata de ninguna justicia social”. Hay un señor que habla en serio y gente enfrente que hace fintas sobre el modelo de la buena educación. Y el problema no es un problema de buen talante. No es que si Milei no putea cambian las cosas. El discurso de Milei no puede ser ninguna otra cosa que una puteada, pero pone en valor la puteada a la casta.

Milei demostró que es el garante de la casta. Él asegura que todos aquellos que hasta la semana pasada fracasaron puedan ser competitivos hoy. El planteo de la unidad es el planteo del gobierno de los Fernández, y sabemos que esa unidad es la inmovilidad. Es una versión más de lo anterior. Estamos frente a un perro que se muerde la cola sin que la cola reoriente la cabeza del perro. O pensamos de nuevo qué es lo que está pasando acá y admitimos que se vienen repitiendo versiones del Plan Austral desde 1985 hasta la fecha, o creemos que sencillamente de verdad los datos macroeconómicos van a resolver la cuestión. Milei cree de verdad eso. Por eso no puede cambiar el rumbo. ¿Qué rumbo va a cambiar?

Si yo no tengo programa y el mercado resuelve, el mercado va a resolver per se. ¿Por qué tengo que hacer yo alguna cosa en particular? Quien tiene que hacer eso es la sociedad. Si el capitalismo tiene que funcionar, los capitalistas tienen que hacerlo funcionar. Y si no funciona, es un problema de ellos, no del Gobierno. Desde ese punto de vista se entiende que Milei y las condiciones de gobernabilidad son crecientes. Por eso el planteo de que es muy poco probable que llegue entero a octubre no es una hipótesis.

RT: Respecto a los modos de Milei, en el momento electoral, cuando Milei construye su candidatura y termina ganando la elección, la sociedad argentina tenía ganas de putear. Y encontró a alguien que lo represente. Nosotros en los focus estudiábamos a los votantes de Milei. La síntesis del votante de Milei era: “Estoy harto, esto así no va más, yo lo voto a Milei y que sea lo que Dios quiera”.

AH: “Que vuele todo”. Era una especie de botón imaginario con el cual cambiabas Argentina y el mundo.

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Y Gustavo, vos hablás de los gobernadores y la posibilidad de que el centro político pase por los gobernadores. ¿Imaginás que desde estas Provincias Unidas, más un Kicillof que se ha acercado a distintos gobernadores en el pasado, inclusive al de Santa Fe, al de Chubut, se pueda producir algo diferente a un peronismo clásico, sino algo nuevo que vuelva a surgir?

GM: Siempre que el poder nacional en la Argentina entra en crisis, la respuesta viene de las gobernaciones. Podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con ese nivel de respuestas, pero viene de allí.

Como en 2002, con la famosa liga de los gobernadores.

GM: Exactamente. Y si vamos más atrás, en la discusión de la coparticipación en 1987 y 1988. Nosotros pasamos de largo muchas cosas de la Constitución, pero la Constitución dice que la Argentina puede ser denominada de tres maneras: República Argentina, Provincias Unidas del Río de la Plata y Confederación Argentina. ¿Qué nos recuerda ese artículo de la Constitución? Que las provincias son preexistentes a la Nación y que en la Argentina el todo es menos que la suma de las partes. ¿Por qué? Porque los presidentes en la Argentina asumen siendo conscientes de su debilidad.

Yo originalmente había hecho un paralelismo entre Néstor Kirchner y este Javier Milei, no desde lo conceptual, sino desde la debilidad a la que habían llegado a la presidencia. Y desde la debilidad uno entiende que sea menos proclive a negociar, porque si vos sos muy débil y tu contraparte es muy fuerte, la negociación es que vos entregás todo y perdés todo. Por lo tanto, sobreactuás una fortaleza que no tenés en la confianza de que esa sobreactuación se convierta en realidad. Creo que es un texto del Antiguo Testamento dice: “Actúa como si tuvieses fe”.

El punto de equilibrio, entre comillas, o de no equilibrio, al que llega la presidencia de Milei está tan lejana de la realidad de los gobernadores, que aun aquellos que como decía antes tenían una visión más amable para con el Gobierno, están reclamando: “No de esta manera, no así”. Es un problema estructural, porque si vos mirás la institución presidente, el presidente de la Argentina, cualquiera sea, tiene tres obligaciones para las cuales generalmente no tiene recursos: hacerse cargo de los jubilados, de los pobres y de la deuda.

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Milei dice: “No me alcanza, muchachos, tienen que poner la de ustedes”. Y los otros dicen: “Bueno, pero nosotros tenemos que hacernos cargo de la salud, de la educación, de esto, del otro”. Entonces, tenés una crisis importante. ¿Cómo, pendularmente, se busca abordar y zafar de esas crisis? Por dos caminos muy poco sustentables. Uno es emitir lo que se denomina un Estado presente, emparchar y anabolizar determinadas cuestiones de consumo porque eso después va a generar la inversión necesaria.

El otro es vía endeudamiento. Los dos caminos son no transitorios. Este plan platita que implementó con la salida del cepo el presidente Milei es mucho más caro que el de Massa, porque es en dólares. Y cuando vos prometés dólares que no tenés, te endeudás en niveles peligrosísimos e insustentables. Entonces, este camino pendular no es otra cosa que una postal más de una suerte de decadencia en la que nos encontramos desde hace mucho tiempo, para la que es muy difícil encontrar una salida alternativa.

Ahora, en las semanas previas y sobre todo en la última semana, solo con el aroma de la posibilidad de una derrota tenue en la provincia de Buenos Aires, el Tesoro se vio obligado a vender 500 millones de dólares para sostener el tipo de cambio, después de haber subido los encajes a niveles absurdos, las tasas de interés a niveles prohibitivos y habiendo emitido todo tipo de deuda en pesos que ahora se convierte, en este cortísimo plazo, en un verdadero desafío.

AH: ¿Vos sabés a cuánto asciende esa deuda?

GM: Dos bases monetarias en pesos

AH: 87.000 millones de dólares.

TV/ff

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