El Gobierno eliminó el requisito de pesaje mínimo para faenar ganado bovino en Argentina. La medida regirá a partir de 2026 y resultó polémica para el sector pues afecta a la sostenibilidad de la oferta. Apenas unos meses después del destete, el novillo o la vaquillona podrán destinarse a faena con un menor peso, de modo que habrá menos oferta de carne disponible, y esto podría afectar sobre los precios. La decisión también afecta a las ventas de exportadores, a quienes les conviene enviar cortes más pesados. Una estimación privada anticipa unas 800.000 toneladas de carne menos para vender en un año.
A partir del 1° de enero de 2026 se eliminará el peso mínimo exigido para la faena de ganado bovino en Argentina, según lo dispuesto en la Resolución 98/2025 firmada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca y publicada el jueves en el Boletín Oficial. Esta normativa, según los especialistas, perjudica al conjunto de la sociedad porque habrá menos oferta de carne disponible en el mercado interno, y el país ya venía perdiendo en cantidad de cabezas destinadas a la faena: ahora además cada animal pesará menos. Se prevé que se venderán novillos menos pesados porque en Argentina se acostumbra a comer carne tierna.
El kilaje mínimo era de 165 kilogramos y fue sancionado durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2008. Se estableció para evitar una práctica que venía ganando lugar desde los años ’90 cuando se incorporó el sistema de engorde de tipo feedlot. Entonces, al poco tiempo de destetar un novillo se lo alimentaba de manera intensiva –con mucho maíz y proteína vegetal- por unos pocos meses hasta que ganara entre 30 a 40 kilos y se lo enviaba a la faena. “Así se vendían animales que pudiendo pesar hasta 450 kilos, llegaban apenas a 180 kilos en promedio”, detalla Javier Preciado Patiño, asesor privado en RIA consultores.
Desperdicio
Para el especialista la decisión de eliminar el peso mínimo “es un desperdicio” de carne que podría estar ganando en peso el animal y que genera más oferta de carne para el mercado interno. “Un ternero tarda nueve meses en gestarse, y no todas las vacas quedan preñadas, de modo que faenar con tan poco peso un animal es desperdiciar el capital que se tiene”, afirmó.
Hasta el momento se debatía cuánto aumentar o disminuir el kilaje exigido, pero nunca se había hablado de eliminarlo. Con el gobierno de Mauricio Macri el pesaje bajó hasta los 140 kilos para las hembras y se mantuvo en 165 para los machos. Ahora, con la ola libertaria ganó la postura de “yo con mi ternero hago lo que quiero” sin pensar en el bien común ni en la menor oferta que entregará el sector ganadero.
Leonardo Rafael, titular de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA), sostuvo: “Si bien tenemos un gobierno libertario que quiere dejar el mercado a la libre voluntad de cómo cada uno quiera manejar su patrimonio, en la ganadería de Argentina necesitamos reglas un poco más estructuradas. Desde nuestro lugar la Resolución tendría que haber sido la inversa, aumentar el mínimo de faena a 200 kilos”.
Históricamente la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) y la Sociedad Rural Argentina (SRA) estuvieron a favor de disminuir el pesaje mínimo, de modo que esta medida satisface su reclamo. Quienes se opusieron a esto fueron los exportadores, que les conviene un mayor peso por cada corte que exportan –la cuota Hilton a Estados Unidos o carne kosher a Israel son cortes premium que se cotizan en el mercado-. En efecto, el presidente del Consorcio de Exportadores ABC, Mario Ravettino, dijo al portal especializado Bichos de Campo que la postura institucional de esa Cámara “siempre fue a favor del peso mínimo de faena”.
Para Leonardo Rafael, “en Argentina hace 20 años que no crece el stock ganadero (se redujo en casi 2 a 3 millones de cabezas) y sí se creció la exportación y la población interna, de modo que la eliminación del kilaje mínimo de faena nos va a perjudicar a futuro porque se reducirán no solo las cabezas sino los kilos disponibles para faena”.
El Gobierno avanzó con la desregulación también en el sector ganadero, primero permitiendo la exportación de ganado vivo y ahora que el productor venda en el mercado interno con el peso que él quiera. Javier Preciado Patiño realizó una estimación rápida: “Teniendo en mente que se faenan 13 millones de cabezas por año con un peso promedio de 340 kilos, si se empieza a faenar con 180 kilos, se perderán 1,8 millones de kilogramos, es decir cerca de 800.000 toneladas de carne sin hueso ni cuero”.