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jueves, 12 junio, 2025
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Alerta por el rojo en las cuentas externas

El modelo económico de Javier Milei, sustentado en el dólar barato para contener la dinámica inflacionaria, empieza a generar tensiones evidentes en el saldo en divisas que tiene el país con el resto del mundo. Los requerimientos de divisas originados por las transacciones de servicios (con la cuenta de turismo a la cabeza) han venido superando en los últimos meses a los intereses pagados por la deuda en moneda extranjera, según muestra un informe privado.

En el primer cuatrimestre del año, el saldo por servicios fue negativo en 4.185 millones de dólares, mientras los intereses por la deuda generaron egresos por 3.004 millones de dólares. El dólar barato y la apertura importadora inducen una acentuación del desequilibrio de cuenta corriente.

El saldo de la cuenta corriente cambiaria no es otra cosa que la diferencia entre cobros y pagos por el comercio exterior de bienes y servicios, más el resultado por el giro de utilidades, de dividendos y de intereses por la deuda en moneda extranjera que enfrenta el país todos los meses. El modelo de Javier Milei está haciendo crujir este balance, pero el presidente lo subestima: únicamente le preocupa el resultado de las cuentas públicas.

En rojo

Sin embargo, hasta abril de este año se sucedieron 11 meses con signo negativo en la cuenta corriente cambiaria. “La apreciación cambiaria, el proceso de apertura comercial (baja de aranceles y desregulaciones) en un contexto donde la actividad económica se recupera lentamente, ha provocado un boom de importaciones que no ha sido acompañado por una expansión sensible de las exportaciones”, sostiene, como primera explicación la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) en un informe reciente. En abril las importaciones de bienes aumentaron 37,6 por ciento, según datos del Indec, versus 2,3 por ciento de incremento en las exportaciones.

Por otro lado, el dólar barato viene incentivando un crecimiento de los egresos por turismo en el exterior, “cuyos niveles ya se ubican en máximos históricos”, aclaran desde FIDE. La salida de dólares por turismo registró un monto de 863 millones de dólares, el mayor del que se tenga registro para un mes de abril.

Así, el déficit por cuenta corriente se ha transformado en una fuerte presión para la demanda de dólares, según advierten los especialistas, más allá de que gran parte del financiamiento para cubrir los vencimientos de la deuda en dólares este año esté garantizado.

Los economistas miran el resultado de la cuenta corriente cambiaria porque calibra las presiones que enfrenta el Banco Central en el mercado, y las eventuales dificultades para mantener la paridad. Enojado, el presidente Milei llamó a estos economistas (casi todos) “llorones del déficit de cuenta corriente”.

A contrapelo de lo que sostiene el grueso de los analistas, para Milei el rojo cambiario solo “es malo si es fruto del desequilibrio fiscal y no de la decisión privada”. El argumento es más que endeble: tanto en los años 70 como en la década de 1990, el déficit externo fue generado por los privados y provocó un salto cambiario de magnitud, luego los gobiernos de turno se dedicaron a “estatizar” esa deuda privada y fue el Estado quien reestructuró los vencimientos.

Para empeorar las cosas, según advierten desde FIDE, al déficit por cuenta corriente “se suma ahora la formación de activos externos del sector privado –demanda de dólares para ahorrar– que, a partir de la flexibilización de los controles cambiarios, vuelve a presionar sobre la demanda de dólares”.

El Gobierno tiene a favor la cobertura de buena parte de los intereses por la deuda de este año, la entrada de divisas por la liquidación de la cosecha del sector agropecuario y el inicio de un nuevo ciclo de “carry trade” tras el impulsado con el blanqueo. El principal interrogante es si logrará sostener estas condiciones hasta las elecciones de medio término de octubre. También si el advenimiento del ciclo electoral acelerará la demanda de dólares para atesoramiento o provocará una salida de las inversiones que hicieron “carry”. Un escenario de mayor incertidumbre se espera para la segunda mitad del año y las colocaciones de deuda o bien los préstamos institucionales son necesarios para cubrir el resto de los vencimientos.

De todos modos, en el mediano plazo, “Argentina sigue sin acceso a los mercados internacionales de deuda y, mientras no acumule reservas, luce complejo que el riesgo país caiga a niveles que permitan volver a endeudarse en la escala necesaria para hacer frente a los vencimientos de deuda de los próximos años, que orillan los 20.000 millones de dólares en 2026 y superan los 25.000 millones de dólares anuales entre 2026 y 2031”, aclaran desde FIDE.

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