En el marco del aniversario del conflicto por las Islas Malvinas, Javier Milei y Victoria Villarruel preparan por separado sus respectivas agendas para el 2 de abril, poniendo de manifiesto las crecientes tensiones internas.
El presidente participará en un acto el 2 de abril en el cenotafio de la plaza San Martín, lugar emblemático que conmemora a los caídos en la guerra. Sin embargo, ha decidido no invitar formalmente a Villarruel a esta ceremonia, lo que evidencia las divergencias que marcadamente separan a ambos líderes dentro del ámbito político oficialista.
El equipo de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, aseguró que no va a ser invitada debido a las diferencias internas. “El discurso y la agenda que mantiene no nos representa”, manifestaron.
Por su parte, la vicepresidenta tiene previsto convocar a 72 veteranos a la Cámara Alta el 4 de abril. Este acto incluirá un homenaje y reconocimiento a los héroes de guerra en el Salón Azul, como se estima por parte de sus colaboradores cercanos, aunque otros alegan que podría realizarse en el recinto.
La Casa Rosada busca evitar en el medio el rechazo de los piegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla en el Senado. La sesión es el jueves 3 de abril y la mesa política de oficialismo mantiene contacto con la titular de la Cámara Alta a través de intermediarios.
Es por eso que el Ejecutivo descartó impulsar resarcimientos a los familiares de los militares que murieron en atentados de grupos guerrilleros durante la última dictadura. En Balcarce 50 sostienen que analizaron promover la medida, pero que lo desestimaron porque “es una agenda de Villarruel”.
Lo mismo aplica para la iniciativa que impulsó la vicepresidenta para derogar la ley de interrupción voluntaria del embarazo en el inicio del seminario con motivo del “Día por Nacer” del Senado. La mesa chica del presidente negó que el proyecto esté en carpeta para 2025.
Desde el entorno presidencial señalan que las iniciativas impulsadas por la vicepresidente– como el resarcimiento a familiares de militares muertos en atentados guerrilleros- no cuentan con respaldo gubernamental. Lo mismo ocurre con su intención de derogar la ley de interrupción voluntaria del embarazo, una bandera que el Ejecutivo opta por no levantar en esta etapa.
El doble acto por Malvinas no es sólo simbólico, marca una nueva escalada en el distanciamiento entre los dos máximos referentes del gobierno. La falta de coordinación es leída en el escenario político como una señal de ruptura que excede lo protocolar.
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