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jueves, 30 enero, 2025
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Trump amenaza con recuperar el Canal de Panamá

A mediados del siglo XIX el interés de los Estados Unidos por construir un canal que conectara el océano Atlántico con el Pacífico comenzó a tomar fuerza. Esta ambiciosa obra no solo prometía facilitar las comunicaciones, sino que también reduciría significativamente los costos y tiempos de transporte. Panamá y Nicaragua fueron los dos lugares considerados para llevar a cabo esta monumental tarea, aunque finalmente Nicaragua fue descartada.

Los primeros intentos de construir el canal enfrentaron serios obstáculos. Las enfermedades endémicas de la región y la complicada geografía del istmo resultaron en fracasos, incluso para la compañía que había logrado construir el canal de Suez. Sin embargo, el interés estadounidense por el canal no se desvaneció. Tres actores principales emergieron en esta historia: Estados Unidos, Colombia y los rebeldes del Departamento del Istmo, quienes anhelaban la independencia de Colombia.

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La idea del canal se concretó a comienzos del siglo XX, pero no sin antes atravesar un laberinto de negociaciones y rebeliones que alteraron las fronteras nacionales. El gobierno estadounidense intentó negociar con Colombia para adquirir una franja de terreno a través del istmo, pero ante la negativa colombiana, fomentó una rebelión en el Departamento del Istmo, que en ese momento formaba parte de Colombia. Esta intervención culminó en la independencia de Panamá el 3 de noviembre de 1903.

El Tratado Hay-Bunau-Varilla, firmado en 1903 entre Estados Unidos y Panamá, fue fundamental para la historia del canal. Este acuerdo no solo reconocía la independencia de Panamá, sino que también otorgaba a Estados Unidos el control del canal a cambio de un pago económico. La importancia estratégica de este paso interoceánico, que permitiría un acceso más rápido al Pacífico —donde reside el 70% de la población mundial—, cimentó el interés norteamericano. Controlar el canal significaba tener acceso a un recurso estratégico de vital importancia para el comercio global.

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Este tratado de 1903 fue complementado en 1977 por los Tratados Torrijos-Carter, que establecieron que Estados Unidos debía devolver el canal a Panamá el 31 de diciembre de 1999. En cumplimiento de este acuerdo, Estados Unidos se retiró de la zona del canal en esa fecha.

La construcción del canal de Panamá es considerada una de las obras de ingeniería más significativas del mundo. Antes de la finalización del canal, los barcos que viajaban entre las costas este y oeste de América debían rodear el cabo de Hornos, lo que añadía miles de kilómetros y varios meses a sus viajes. La obra se completó en 1914. Implicó un alto costo humano: aproximadamente 5600 personas murieron durante su construcción. La historia del canal también ilustra el poder de influencia que un actor externo puede ejercer sobre las relaciones internas de otro país.

Con el reciente retorno de Donald Trump a la Casa Blanca el canal ha vuelto a estar en el centro de la controversia. El flamante presidente sugirió que Estados Unidos debería retomar el control del canal, una idea que fue firmemente rechazada por el gobierno panameño. Trump acusó a Panamá de cobrar tarifas exorbitantes por el uso del canal e insinuó la creciente influencia de China sobre esta crucial vía navegable. En sus declaraciones, Trump no descartó la posibilidad de utilizar las Fuerzas Armadas para recuperar el control del paso interoceánico.

El gobierno panameño, liderado por el presidente José Raúl Mulino, respondió que «cada metro cuadrado del canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá, y lo seguirá siendo».

En el año 2000, tras la devolución del canal a Panamá, el volumen de transporte marítimo superó rápidamente la capacidad de la vía navegable. Por esto, en 2007 se inició un ambicioso proyecto de ampliación que se completó casi una década después. Sin embargo, la zona que rodea el canal ha enfrentó graves sequías, lo que redujo los niveles de agua y dificultó su funcionamiento. En este contexto, las autoridades del canal impusieron restricciones al tráfico y aumentaron las tarifas para su uso.

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Las tarifas son el eje del descontento expresado por Trump recientemente, quien también señaló la creciente influencia de China en la región. En respuesta a las declaraciones de Trump, el presidente Mulino reiteró que «las tarifas no son un capricho» y desestimó la idea de que China u otras potencias ejerzan control sobre el canal.

En definitiva, el canal de Panamá es otra evidencia de la lucha global por los recursos estratégicos y de la importancia de la geopolítica para analizar las relaciones internacionales.

Iván Ambroggio es un analista internacional especializado en la Universidad Nacional de Defensa de Washington, director del Posgrado en Gestión de Gobierno en la UB, docente de Ciencia Política en la UESiglo21, autor del libro “Grietas y pandemia”.

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