Esta historia de amor entre un alumno con autismo y una maestra, tan inocente como conmovedora, comenzó hace 15 años en el patio de una escuela del barrio de Belgrano.
Cuando conversaban en los recreos, él, Maximiliano Wurzel, la llamó “mi princesa”, mientras que ella, Laura Kaestner, lo nombró “mi rey”. Con el tiempo dejaron de verse, pero ella escribió un cuento que él, recién graduado en realización de cine y televisión, convirtió en un cortometraje muy emotivo llamado “Nuestro Reino” con el objetivo de visibilizar y naturalizar la neurodiversidad.
Maxi Wurzel hoy tiene 24 años y elige iniciar la entrevista presentándose: “Soy guionista y director, me recibí de realizador integral de cine y televisión en el Centro de Investigación Cinematográfica. Elegí esta carrera porque es el medio en el que me expreso mejor y porque forma parte de mi misión de transmitir conocimientos amorosos y espirituales para que la gente sea más feliz”.
Al joven realizador, que tiene un trastorno del espectro autista, le interesan los largometrajes y las series de televisión. “Hasta ahora hice este cortometraje, pero me propongo hacer una película sobre la reencarnación. Me gusta incluir en mis guiones la neurodiversidad y también otros temas, como los seres de luz, los habitantes de otros planetas, el ciclo de la vida y la muerte, las relaciones humanas y la new age”, explica.
“Aunque Laura no era mi maestra sino que enseñaba en otro grado, desde mi inocencia de niño, entre mis 7 y 9 años, sentía una buena energía. Por eso se inició el vínculo de la princesa y el rey hasta el día en que ella se cambió de escuela”, afirma Maxi en un bar de Belgrano, muy cerca de su casa.
Laura Kaestner está de viaje, pero se suma a la conversación con LA NACION por videollamada, para compartir los recuerdos de esta tierna historia convertida en un cortometraje. Y relata: “Maxi nunca fue mi alumno, pero cuando nos cruzábamos en los recreos y los pasillos, él me decía ‘hola mi princesa’ y yo le contestaba ‘hola mi rey’. Me llamaban la atención su manera de mirar la vida, el juego y los amigos, que no todos entendían. Por eso en un comienzo sus compañeros lo dejaban de lado, pero con el tiempo él logró incorporarse al grupo.”
“Yo me cambié de escuela, pero nos encontramos siete años después. Él me reconoció, aunque me llamó Laura. Y después de ese día sentí la necesidad de dejar por escrito todo el cariño que habíamos compartido. No le di el cuento hasta después de la pandemia porque no lo volví a ver. Y, cuando eso ocurrió, justo se había recibido de realizador cinematográfico. Cerró todo el círculo de manera perfecta”, agregó la docente, que sigue trabajando y vive en otro barrio de CABA.
“Esto es para vos, podés hacer lo que quieras”, le dijo Laura cuando le entregó las dos hojas escritas en una computadora, que ya habían sido seleccionadas para formar una antología digital con historias de amor por la editorial Sopa de letras. Y Maxi decidió convertir esas palabras en su primer cortometraje, con varios propósitos: enseñar que el amor puede existir a pesar de cualquier supuesta limitación, ayudar a abrir el corazón de las personas y emocionar. Y efectivamente, “Nuestro Reino” conmueve desde el comienzo hasta el final.
Para el audiovisual, Maxi se convirtió en guionista, director, actor y narrador. “Si bien respeté la esencia del cuento, sentía que era una narración casi exclusiva de la maestra, por eso agregué personajes y escenas para aumentar la perspectiva”, cuenta con mucho orgullo.
Maxi logró el apoyo de actrices prestigiosas, que por sus distintas historias personales se identificaron con la narración: Laura Novoa (que tiene dislexia desde chica) interpreta a la maestra-princesa; Valentina Bassi (cuyo hijo Lisandro tiene un trastorno del espectro autista) es la docente que al comienzo ve al alumno como si fuera “raro” y brinda una gran enseñanza; mientras Paula Morales (está en pareja con el actor Fabián Vena, padre adoptivo con su exesposa Inés Estévez de Vida y Cielo, dos chicas con capacidades diferentes) se pone en la piel de su mamá Rosana, que lo apoya y lo acompaña cada día. Su papá Gustavo, en tanto, lo ayudó con parte del presupuesto del audiovisual.
Para el papel del protagonista en sus días de escuela primaria, el elegido fue Ian Galo Lescano, un influencer autista de 12 años conocido como @IanMoche en Instagram, donde tiene 240.000 seguidores. “Ian fue siempre mi primera opción, porque necesitaba un chico parecido a mí, con la misma condición. No quería que la simulara y, cuando vi sus videos y escuché su forma de hablar, lo contacté en las redes sociales. Él se interesó y yo me ocupé especialmente de su bienestar: lo filmé con dos cámaras al mismo tiempo e hice menos tomas, para respetar sus tiempos”, explica Maxi.
Además, la mejor amiga de Ian, Emma Jerez Leonardis, hizo de la gran compañera de Maxi, llamada Martina Bello, mientras que Fausto Suárez –el hijo menor del productor Sebastián Suárez, que ya había trabajado con actores neuroatípicos– fue su amigo Tomás Luraschi.
La filmación se extendió por cinco días, más varios meses para lograr la magia de la animación (a cargo de José Sinchicay) y la música original de Diego Monk, a la que se sumó una canción de Topa para los créditos llamada “Magia”. La licenciada en Educación y psicodramatista Graciela de Luca, por su parte, fue la asesora de cine inclusivo y accesibilidad.
El cortometraje ya tuvo su avant-premier presentada por Julián Weich en el Teatro El Nacional, otras dos funciones en el Teatro Politeama, y se vio en los Festivales Internacionales de Cine de Bogotá, de Hobnobben (Indiana, Estados Unidos) y Big Syn de Londres. Además, fue nombrado de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
“A pesar del tiempo, siempre la recuerdo porque fue parte de mi vida”, dice Maxi Wurzel en el final del corto “Nuestro Reino”. Y la maestra Laura Kaestner, en la voz de Laura Novoa, agrega: “Para mí fuiste importante, aún sin haber sido mi alumno, aún sin saber tu encantadora y enriquecedora diferencia, aún después de casi siete años. Nuestro reino siempre te cobijará con caricias del alma, porque allí me convertiste en princesa y me dejaste ser feliz con tu sonrisa. La memoria del corazón no admite olvidos”.
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