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viernes, 27 diciembre, 2024
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Mucho más que una historia de amor

Domingo de descanso en el hotel reviso guiones, y, sobre todo, procuro descansar mi cabeza, mirando fútbol y escuchando a Zitarrosa.

Llega el final del rodaje pautado en ocho semanas, no paro de recordar planos y escenas, de compartir con el equipo la alegría de estar filmando en este año tan duro para la cultura argentina, donde las expresiones artísticas fueron frenadas y maltratadas desde el Estado.

Nosotros creemos en el arte. El arte nos mejora, nos salva, nos saca de la realidad y nos sumerge en universos de emociones. Somos trabajadores del arte, tenemos el compromiso de reflejar con nuestra obra todo acontecimiento que emerja en la sociedad.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Hace un año, con Luciano Cáceres, con quien filmamos junto a Pablo Pinto películas como Corralón y El desarmadero, nos reunimos con Javier Noguera, quien quería hacer una serie que sucedería en Tafí Viejo, y era puntualmente una historia de amor. Desde ese día, comenzamos a trabajar en guiones junto a Gaby Macías y Natalia Torres.

No hay historia sin un contexto sociopolítico y un contexto natural que la abrace.  Lo social está siempre presente en mis películas, seres marginales, personajes olvidados, abandonados. Aquí también estos seres tienen algo que decir: de un lado los de la aristocracia tucumana y, del otro, una familia de origen ferroviario de la villa obrera.

Tafí Viejo vivió de la industria ferroviaria por muchos años. Cinco mil quinientos obreros, en su gran mayoría inmigrantes europeos, dormían en la villa obrera y le daban vida al taller más grande de Latinoamérica. El ferrocarril no sólo les dio trabajo,  también su cultura e idiosincrasia. Tafi Viejo llegó a tener siete cines. Imagino a los obreros viendo clásicos de Orson Welles y Hugo del Carril. Las sociedades españolas e italianas organizaban sus encuentros comunitarios, se fusionaban con la cultura originaria, con los lugareños. Viendo material fotográfico uno puede identificar los orígenes de esos rostros. De aquel esplendor sólo quedan las casas típicas de los ferroviarios reacondicionadas y el gigante dormido, los talleres inmensos que pueden verse desde los cerros y esa inmensa chimenea que deja caer sus ladrillos en una agonía que  resiste al tiempo.

Los primeros limones llegaron en manos de los inmigrantes españoles, esta tierra albergó a la semilla, le dio las condiciones ideales a ese nuevo brote. La industria cítrica creció en Tafí Viejo con varias familas-empresas y lo transformó en el mayor productor de limones de Argentina.

Emanuel Rodríguez viene de familia ferroviaria que lo tuvo todo y deberá reconstruir su mapa familiar mientras piensa en irse del país para crecer. Laura Grandinetti estudia abogacía y regresa a Tafí Viejo para cerrar una posible venta de la empresa familiar. Pero Ana se conecta con su ciudad y sus raíces. La yunga los envuelve, la energía de la naturaleza cubre el cerro de un verdor profundo, con una mística propia, los conecta con la tierra; nadie puede escapar de esa atmósfera latinoamericana. La naturaleza abraza a nuestros personajes, al equipo técnico, y condiciona también nuestro rodaje.

Terminé de aceptar el clima, filmamos con lluvia y con 35 grados; la Pachamama manda y la cámara fue detrás. La serie se nutre de la belleza de Tafí Viejo en un retrato documental de la ciudad.

Este engranaje fue llevado adelante con precisión absoluta desde Tafisueña, productora encabezada por Javier Noguera, que apuesta a contar historias propias donde el espectador pueda identificarse. Un proyecto federal, de construcción colectiva, que además contó con el aporte y financiamiento de empresarios privados interesados en el proyecto.

Un grupo humano extraordinario sostuvo el proyecto y por el que estoy tan agradecido. El audiovisual es un arte comunitario, donde todos los artistas aportan su empuje. Todos admirados, desde la fotografía de Alejandro del Campo y Germán Costantino, el arte de Lucila Grosman, la producción ejecutiva de Agostina Brik, la producción de Deborah Solorzano, Pedro Vicente y Marcos Acevedo; la música de Alejandro Rodríguez y Marcos Corbalán y una decena de músicos taficeños. Un elenco  de primer nivel compuesto por actores tucumanos y porteños: Luis Machín, Sergio Prina, Liliana Juárez, Laura Grandinetti, Emanuel Rodríguez, Camila y Ruth Plaate, Juan Palomino, Lautaro Delgado, Paloma Contreras, Daniel Elías y la participación especial de Luciano Cáceres.

Tafí Viejo es una historia universal abierta a la Argentina y al mundo creada desde esta comunidad y como toda historia de  amor no son tan simples como parecen.

*Eduardo Pinto, director y guionista.

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