Si alguien estaba aburrido de la política prepárese para un cierre a todo escala en el Congreso porque el Senado abrirá el recinto este jueves para tratar el caso de Edgardo Kueider, quien está detenido en Paraguay acusado de contrabando tras haber sido capturado in fraganti intentando ingresar junto a su secretaria con más de US$ 200 mil sin declarar. El oficialismo junto a los dialoguistas se juegan por la suspensión del senador de Unidad Federal, pero enfrente está el kirchnerismo, que sediento de revancha quiere echarlo al entrerriano para recuperar una banca pérdida en 2022 para sumar a una camporista.
A la sesión especial pedida por el bloque de Unión por la Patria (UxP) y convocada por Victoria Villarruel para las 11, tanto el oficialismo como los K llegan envueltos en una paradoja: ninguno tiene los votos asegurados para alcanzar su objetivo. Es que para echarlo o suspenderlo se necesitan dos tercios de los presentes, que con las ausencias de Kueider y del radical Víctor Zimmermann -con licencia por haberse sumado al gobierno de Chaco- el número baja a 47 votos si el resto de los senadores se sienta en sus bancas.
Este dato pronostica un final abierto, incierto para ser más preciso. Pero está claro que si la detención de Kueider es un escándalo, que el Senado no se ponga de acuerdo en qué sanción le corresponde a uno de sus miembros detenido por un delito cometido en otro país podría ser más que eso.
Villarruel fundamentó su decisión de acceder al pedido de sesión de Unión por la Patria, asegurando que su intención es «no dilatar los tiempos» y su deseo de «sacar la mugre» del Congreso. Aunque está claro que la puerta para sesionar la abrió el PRO cuando anunció que estaba dispuesto a dar quórum asegurando los dos tercios necesarios para habilitar el debate tras cerrarse el período ordinario.
Pero la vicepresidenta, que desde el momento que estalló el escándalo dijo que esperaba instrucciones de la Casa Rosada, aprovechó la ola para calificar como «actos inmorales», los hechos que involucraron al senador entrerriano al tiempo que apuntó contra «la hipocresía del kirchnerismo».
Es la primera vez que la vicepresidenta opina abiertamente sobre lo ocurrido con el legislador de Unidad Federal que venía votando junto al Gobierno e incluso fue clave para trabar algunas ofensivas del kirchnerismo contra la política de Javier Milei. También aprovechó el momento para dejar planteado qué posición tomará el Senado con el kirchnerista de paladar negro Oscar Parrilli, quien será llevado a juicio por la causa del Memorándum de Entendimiento con Irán, en la que también está acusada la ex presidenta Cristina Kirchner.
El interrogante es si apoyar la suspensión de Kueider es la salida ideal para el Gobierno con el único objetivo de mantener una mayoría muy fina en los números y evitar que los K sumen una banca para quedar en 34 senadores. ¿Cuál es el costo político que pagará el oficialismo por negarse a echar a un senador aliado sólo para garantizarle el derecho a la defensa? Al menos ese es el argumento que esgrimieron quienes apoyan la suspensión de Kueider hasta el 1° de marzo a la espera de una resolución de la justicia y las pruebas de que el dinero pertenecía a su secretaria Iara Guinsel Costa, como aseguró el legislador.
También es cierto que resulta llamativo, los K no se bajan del pedido de expulsión porque claramente es una orden que viene de Cristina Kirchner quien apuesta a recuperar la banca que perdió en 2022 cuando Kueider y el correntino Carlos «Camau» Espínola rompieron con el bloque para armar Unidad Federal. Como bonus track, el kirchnerismo sumaría a una propia: Stefanía Cora, una camporista de diálogo que ya es legisladora provincial.
Encima, las grietas que surgieron en el bloque que conduce José Mayans fueron curadas y, tal como aseguraban los ultra K, no se ven divisiones de cara a la sesión de este jueves. Incluso hay entusiasmo en figuras como Anabel Fernández Sagasti y Juliana Di Tullio que firmaron el pedido de sesión y que están ansiosas por echar a Kueider. Pero las tendencias no son alentadoras y es difícil que puedan conseguir 15 votos extras para expulsar al senador. Una versión que circuló en los pasillos del Congreso indicaba que algunos dialoguistas podrían votar con los K si no estaba asegurada la suspensión.
Frente a este escenario, la vicepresidenta incluyó el pedido de expulsión en el primer orden de la convocatoria y en segundo término el proyecto de suspensión del libertario Ezequiel Atauche. De esta manera, Villarruel busca dejar al kirchnerismo en una encerrona obligando al bloque de UxP a acompañar para alcanzar los dos tercios o rechazar para dejar sin sanción a Kueider. En definitiva, el final del caso Kueider está abierto y todo puede pasar en el Senado.