El tobogán de Boca parecía no encontrar el piso. Ya los objetivos primarios del 2024 estaban perdidos y ni siquiera el cambio de piloto de tormentas había surtido efecto. Aquel sábado 19 de octubre, Tigre le había dado otro golpe al Xeneize, y particularmente había recibido a Fernando Gago sin ninguna cordialidad. Así, el panorama pintaba feo para Pintita en pos de llegar a la meta de -al menos- dejar al equipo en la grilla de largada a un 2025 de redención.
Sin embargo, apenas un mes y pocos días después, el trabajo recorrido y los primeros buenos resultados empezaron a encarrilar un último bimestre que abrió las esperanzas -incluso- de terminar más alto de lo esperado.
Es que el empate ante Huracán del sábado, si bien no tuvo demasiados puntos para destacar en cuanto a crecimiento, sumó en la tabla anual y consolidó una fecha más la posición alcanzada durante la semana, que es la de una virtual zona de clasificación a la próxima Copa Libertadores, ya con Racing campeón de la Sudamericana liberando cupo y a la espera de que alguno de los de arriba se quede con la plaza para el campeón de la Liga.
Y entre esa circunstancia numérica y los aspectos positivos que se empiezan a encontrar en el equipo. Particularmente en el Ducó, no sufrió de más por la rotación, se mostró sólido en defensa y los relegados Chiquito Romero y Fabra volvieron bien. En cuanto a la evolución general, las anteriores tres victorias al hilo marcan una mejoría que incluye a niveles individuales y a un equipo que -sin dar ventajas como las supo dar, ahora con un gol en contra en los últimos 4 PJ- de a poco se va mostrando más confiable.
Trabajo y decisiones
Toda esa realidad no es más que la consecuencia de los trabajos de reparación que Gago y su cuerpo técnico hicieron de la máquina en reparación que encontraron al llegar. Desde lo físico, con jornadas intensas de trabajos específicamente de fortalecimiento y resistencia, los resultados están a la vista en la imagen que devuelven las figuras de futbolistas como Marcos Rojo, Frank Fabra, Chiquito Romero y hasta Pol Fernández, gratamente sorprendido por un cambio que no esperaba tener a esta altura de su estadía en el club.
Otro aspecto que marca un paso adelante es el anímico: allí, a partir de la confianza del día a día y de los resultados, hoy la realidad devuelve otro ánimo en el día a día. En este ítem, también influye la manera de comunicar las malas y la aplicación de las reglas: Gago fue muy claro y específico con el tema Medina (por ejemplo) y se ocupó de cuidarlo hasta que la situación decantó por decisión del jugador.
Por otro lado, puertas adentro cuentan que la determinación que sacó del 11 titular a Edinson Cavani el último miércoles (por su llegada tarde a una charla técnica), tuvo en la forma de llevarla a cabo y la ecuanimidad con la que no se reparó en la figura del Matador para ser tomada un puntazo sumado por el DT internamente.
La final con Vélez y el camino largo
Con todo ese bagaje favorable y el respaldo de saber que el Boca-Vélez ya no es un vida o muerte en pos de las chances para jugar la Copa que viene, es que la máquina de Gago está en el momento ideal para partir a su recta final y tratar de ir salteando los obstáculos que quedan (por una cuestión de calendarios no pueden ser demasiados), para llegar al final del camino entero y con chances -incluso- de cerrar el año festejando.
Colapinta
De eso se trata la recta final de este Boca, que -como el sorprendente Franco Colapinto- tiene poco margen de error, y que de la audacia y los buenos movimientos de su conductor dependerá gran parte de su suerte. La suerte de Colapinta.
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