La paz y la paciencia se acabaron en Independiente. Después del flojísimo empate sin goles ante Sarmiento, este jueves en Junín, el plantel que comanda Julio Vaccari se entrenó este sábado por la mañana en el predio de Villa Domínico. Y, apenas culminada la práctica, recibió la incómoda «visita» de una decena de barras que les marcaron la cancha a los jugadores. Y metieron miedo.
“Dejen la joda y empiecen a ganar porque si no la próxima vez no hablamos, actuamos”, fue el mensaje de los violentos no pusieron el foco en los malos resultados, sino que se agarraron del escándalo que involucró a varios futbolistas que asistieron -tras la victoria ante Lanús- a una fiesta en un yate junto con influencers y modelos. Aquella escapada, en un día libre, redundó en un castigo para Diego Tarzia y Marco Pellegrino por repetidos actos de indisciplina. El delantero y el defensor, no obstante, no fueron los únicos que quedaron escrachados con las imágenes de la parranda en el río que se viralizaron en las redes sociales.
La tensa y poco amistosa situación en VIlla Domínico no pasó a mayores, aunque sí tomó por sorpresa a los futbolistas. El arquero Rodrigo Rey y el mediocampista Federico Mancuello fueron quienes oficiaron de interlocutores ante los reclamos de los barrabravas.
Según trascendió, la decisión de ir a «visitar» al plantel ya estaba tomada desde antes del partido con Sarmiento. Es que, luego del veranito que se vivió en la mitad roja de Avellaneda con las dos victorias consecutivas -Deportivo Riestra y la mencionada contra Lanús-, el hincha común había quedado muy disconforme con el rendimiento exhibido por el Rojo en el 1-1 contra Godoy Cruz en el Libertadores de América. Fue días después de que se conociera el «Yate Gate».
«Los dueños de Avellaneda», la facción que maneja hoy las tribunas y los paraavalanchas en Independiente, ya habían tomado la decisión de ir a bajarles línea a los jugadores en caso de que no se trajeran un buen resultado de Junín. Fue por eso que este sábado por la mañana se acercaron al predio de Villa Domínico y aguardaron en varios autos, cobijados de la lluvia, que culminara el entrenamiento para ingresar por una puerta lateral.
La idea era evitar que el cuerpo técnico de Vaccari estuviera en el lugar. Fue por eso que interceptaron a los jugadores entre las canchas 5 y 6 del complejo con la misión de darles un ultimátum de cara al partido del martes contra Unión. “Si vemos que le están haciendo la cama al cuerpo técnico o a la dirigencia esto se va a poner peor”, amenazó una de las voces cantantes de los violentos mientras sus laderos agitaban los morrales que llevaban con la clara señal de que dentro de ellos tenían armas de fuego. La escena se extendió durante varios minutos.
Es la segunda vez en menos de tres meses que la barra de Independiente visita al plantel para bajar línea. Había sido en los primeros días de agosto luego de una seguidilla de cuatro partidos sin victorias -que coincidió con la reanudación de la Liga Profesional luego del parate por la Copa América-. En aquella ocasión habían ido los ocho miembros más pesados de «Los dueños de Avellaneda» y habían charlado en mejores términos con los referentes del plantel. Nada que ver con lo que sucedió este sábado que fue mucho más pesado.