Jay Newman, un ex empleado del fondo buitre Elliott Management devenido en novelista, sugiere una conexión poco clara entre realidad y ficción en su ópera prima publicada en 2022, Undermoney. La historia sigue a un poderoso inversionista neoyorquino, inmerso en un mundo de espionaje, corrupción y fondos ilícitos. En Undermoney, el protagonista recibe la advertencia: «Los hackers están robando tus datos todos los días». Una frase que resuena con las tácticas de hacking que pudieron haber sido usadas en la vida real para beneficiar al fondo buitre Elliot en los quince años de batalla legal contra Argentina por el default del 2001.
Una nota publicada este jueves en el Wall Street Journal (WSJ) asegura que fiscales estadounidenses investigan la relación entre Jay Newman y Amit Forlit, un investigador privado israelí acusado de hackear correos electrónicos de funcionarios argentinos durante la larga batalla legal que terminó otorgándole a Newman el mayor logro de su carrera, una sentencia favorable por el reclamo de los bonos en default del 2001. En números, Elliott se llevó más de 2 mil millones de dólares – más de diez veces la inversión original-, y Newman un bono de más de 70 millones.
Amit Forlit trabajó más de diez años en el caso de Argentina y fue una figura clave en la lucha de Elliott que, de acuerdo a la investigación, podría haberse beneficiado de accesos no autorizados a información confidencial del gobierno argentino. Hasta ahora, ni Jay Newman ni Elliot Management fueron acusados, pero los fiscales investigan acerca de cuánto sabían sus ejecutivos sobre las actividades de hacking de la empresa de Forlit, que enfrenta acusaciones de fraude electrónico y hacking informático. Forlit está en arresto domiciliario en Londres mientras se resuelve el pedido de extradición solicitado por Estados Unidos.
Rat Score
Newman conforma, junto con Paul Singer y Thomas Griesa, un tridente de personajes muy conocidos en la historia de las reestructuraciones de deuda en el país. La relación de Newman con Argentina está marcada por su rol de negociador en una de las batallas financieras más agresivas de los últimos tiempos que terminaron en el «default técnico» del país en 2015-2016, gracias a la sentencia del juez Griesa a favor de los buitres que no entraron en los sucesivos canjes de deuda tras el default del 2001.
Después de que Argentina se declarara en default, la mayoría de los bonistas accedió a negociar y aceptar un canje para asegurarse el pago. Sin embargo, Elliott Management, de la mano de Newman y su fundador Paul Singer, se negó a ceder, y en cambio, lanzó una campaña legal y de difamación contra el país. Entre sus mayores logros se destacan el intento de embargo de la Fragata Libertad y el Rat Score.
Bajo el mando de Newman, fue el fondo Elliott el responsable de conseguir en 2012 una orden judicial en Ghana para retener durante 77 días a la Fragata Libertad a modo de embargo.
Además, Elliott financió un sitio web que calificaba a funcionarios argentinos con un “Rat Score” de corrupción, donde cinco ratas era la peor puntuación. El sitio web que contenía el «Rat Score» estaba en coordinación con DCI Group, una consultora de relaciones públicas en Washington. cercana al círculo de Elliott, que ayudaba a crear una narrativa negativa sobre Argentina y sus funcionarios.
«Newman les decía a los inversores en reuniones que Elliott le estaba haciendo un favor a Argentina, ayudando a erradicar la corrupción y a posicionar al país como un prestatario confiable en los mercados globales», detalla el Wall Street Journal.
En 2016, el cambio de gobierno en Argentina puso fin a la disputa y, bajo la presidencia de Mauricio Macri, el país acordó pagar más de 2 mil millones de dólares a Elliott, otorgando a Newman un bono de más de 70 millones de dólares. Poco después de la resolución, Newman se retiró de la firma.
Realidad en la ficción
«No hay tanta ficción en Undermoney«, confesó Newman en una entrevista que le hicieron en un podcast para promocionar el libro. En la novela, el fondo de inversión Industrial Strategies presenta similitudes con Elliott Management. «El libro generó enojo en Elliott, llegando hasta Singer mismo, según comentaron empleados a personas ajenas a la firma. Él dejó en claro que los empleados no debían llevar el libro a la oficina ni discutirlo con los clientes«, agregó el Journal.
«Newman describió al fundador de Elliott, Paul Singer, como un intrépido jefe del fondo que no temía adoptar una estrategia agresiva. En contraste, dijo que su exjefe en Morgan Stanley, John Mack, consideraba que la idea de demandar a gobiernos extranjeros en los tribunales era ir demasiado lejos. Morgan Stanley nunca demandaría a un país, dijo Newman al público en una firma de libros en Miami», continúa la nota de once páginas del periódico estadounidense.
El delito
La figura central en la investigación es Amit Forlit, un ex miembro expulsado del servicio de inteligencia israelí por mal comportamiento que luego desarrolló una carrera como investigador privado. Desde su incorporación en el caso Argentina, Forlit era conocido por su habilidad en obtener correos electrónicos y documentos confidenciales.
«Para algunos clientes, simplemente adjuntaba PDFs de documentos en informes con el sello ‘confidencial’ de fondo», explicó el Journal que tuvo acceso a documentos de la causa, y continuó: «Para otros, iba un paso más allá y proporcionaba un enlace a los correos electrónicos y otros materiales, diciendo que los había encontrado en la ‘deep web’. Este método de difusión blanqueaba efectivamente cómo se obtenía la información, facilitando el objetivo final de hacer pública información perjudicial, a menudo a través de periodistas y abogados».
La pista que investigan los fiscales es un pago de 20 millones de dólares que una consultora representante de Elliot le hizo a una empresa de Forlit.