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jueves, 31 octubre, 2024
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Radiografía de Colo-Colo, el rival de River en la Copa Libertadores: del peor clasificado a la esperanza de Jorge Almirón para un centenario soñado

Al abrir el sitio web de Colo-Colo, uno de los primeros elementos que se observa es un reloj que realiza una cuenta regresiva. El punto de llegada, para el que todavía faltan 239 días, es el centenario de la fundación del club, que se festejará el 19 de abril de 2025. Pensando en esa celebración, la dirigencia apostó fuerte para regalar alguna alegría a los simpatizantes en el año previo. Por ahora, el equipo responde, ya que mantiene chances de título en las tres competencias que está disputando. En la más importante, la Copa Libertadores, el elenco conducido por Jorge Almirón ha recorrido un complicadísimo camino y ya está en lo cuartos de final. En esa instancia será el rival de River, el único conjunto argentino que pelea por el principal certamen de clubes de América.

Un bombazo desde 30 metros de Lucas Cepeda y un oportuno toque a la red del zaguero uruguayo Maximiliano Falcón, tras un rebote del balón en el travesaño, le dieron al Cacique la victoria 2 a 1 sobre Junior el martes en el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez de Barranquilla. De esta manera, el conjunto chileno logró su primer triunfo en suelo colombiano en un partido de la Libertadores, le puso el broche de oro a una serie que había comenzado bien con el 1 a 0 en la ida en Santiago y avanzó a los cuartos de final por primera vez en seis años y por cuarta vez desde que el certamen incluye instancias de eliminación directa.

“Veníamos con cierta ventaja, pero se hizo duro el segundo tiempo después de que nos empataron (en el cierre del primero). Aguantamos cuando tuvimos que aguantar, el equipo fie sólido en defensa y fuimos letales cuando tuvimos las oportunidades”, analizó Almirón, quien en estas horas disfruta de un reconocimiento de la prensa y de los simpatizantes chilenos que no había gozado en sus primeros meses al frente del equipo más ganador del fútbol chileno.

El entrenador aterrizó en Santiago a principios de enero, dos meses después de aquella dolorosísima derrota con Boca en la final de la Libertadores contra Fluminense en el Maracaná. Con deseo de revancha rápida, tomó el timón de un club que proyectaba en grande, con la vista clavada en su centenario, pero que, a priori, tenía pocas chances de competir mano a mano con los gigantes del continente.

“Mis expectativas siempre son grandes. No hay forma de llegar a una final de la (Copa) Libertadores sin motivación y sin expectativas. Dependerá mucho del proceso, de empujar a los jugadores para que den un extra y de vivir para el fútbol”, se animó el extécnico de Lanús, Independiente, San Lorenzo y Defensa y Justicia, entre otros clubes, cuando fue presentado como reemplazante de Gustavo Quinteros.

Pensar en una final continental sonaba a quimera: por haber terminado tercero en el pasado torneo chileno (detrás de Huachipato y Cobresal), Colo-Colo debía iniciar su camino en la segunda ronda de la fase preliminar de la Libertadores. En esa instancia, dejó en el camino a Godoy Cruz: le ganó 1 a 0 en Mendoza con un gol del lateral Óscar Opazo (fue su primer triunfo en Argentina en la historia de este certamen) y empató 0 a 0 como local en el desquite. Luego eliminó a Sportivo Trinidense: igualó 1 a 1 en Asunción y se impuso 2 a 1 en Santiago.

Tras ello, el único campeón chileno de la Libertadores (la ganó en 1991) quedó encuadrado en el grupo A junto a Fluminense, Cerro Porteño y Alianza Lima. Apenas seis puntos, producto de una victoria, tres empates y dos derrotas, lo dejaron a ocho unidades del Flu e igualado con los paraguayos. Pero no solo eso: los dos equipos también terminaron con la misma diferencia de gol (-1) y la misma cantidad de goles convertidos (4). En la definición más ajustada en años, los chilenos avanzaron a los octavos de final por haber logrado un tanto más fuera de su feudo (3 contra 2).

Colo-Colo fue el elenco con peor cosecha de los 16 que accedieron a las instancias de eliminación directa e incluso seis de los ocho conjuntos que terminaron terceros y siguieron su camino en la Copa Sudamericana lograron más puntos que el Cacique, al que no muchos le auguraban un destino venturoso en su serie con Junior, líder de la zona D (había relegado a Botafogo, Liga Deportiva Universitaria de Quito y Universitario de Lima). Pero los chilenos se despacharon con dos victorias y se colaron entre los ocho mejores de Sudamérica.

Arturo Vidal, el emblema de Colo-Colo. Foto: Marcelo Ruiz / EFE.Arturo Vidal, el emblema de Colo-Colo. Foto: Marcelo Ruiz / EFE.

“Lo dije antes de llegar, lo dije siempre cuando estuve afuera jugando. Dije que en Colo Colo queríamos pelear la Libertadores y lo estamos haciendo. Ojalá podamos seguir avanzando y cumplir el sueño que tenemos todos de levantar la segunda”, celebró el martes, tras el triunfo en Barranquilla, Arturo Vidal, el emblema de este equipo.

Vidal fue la gran apuesta de Colo-Colo para esta temporada. Después de 16 años y medio fuera del país, el exjugador de Barcelona, Bayern Múnich, Juventus e Inter, entre otros, regresó en enero al club en el que se había formado. Hace apenas tres semanas, se sumó otro histórico del seleccionado trasandino, el lateral Mauricio Isla, tras desvincularse de Independiente.

Si bien los veteranos son los símbolos del Albo, Almirón también ha encontrado muy buenas respuestas en hombres bastante más jóvenes y menos experimentados. Dos de ellos son el mediocampista Vicente Pizarro, autor del gol del triunfo ante Junior en el partido de ida, y el delantero Carlos Palacios, cuyo nombre se mencionó vinculado a Boca y a River en este mercado de pases.

Lucas Cepeda, una de las jóvenes figuras de Colo-Colo. Foto: Esteban Felix / AP.Lucas Cepeda, una de las jóvenes figuras de Colo-Colo. Foto: Esteban Felix / AP.

En la serie ante los colombianos emergió otra joven figura que hasta el momento no había tenido mucha participación en el equipo, pero que tuvo actuaciones destacadas en estos dos duelos: el extremo izquierdo Lucas Cepeda. En febrero, Colo-Colo pagó 500.000 dólares a Santiago Wanderers, un equipo de Segunda División, por el 50% de la ficha del jugador nacido hace 21 años en Viña del Mar. En ese momento, la operación generó malestar y desconfianza en muchos simpatizantes. Hoy todos son elogios e incluso se especula con que Ricardo Gareca lo convocará para los próximos partidos del seleccionado chileno en la clasificación para el Mundial 2026.

Esta versión de Colo-Colo cuenta también con buena presencia argentina. El compatriota con mayor recorrido y pergaminos en el Cacique es Leonardo Gil. El pelirrojo mediocampista lleva tres años y medio en el club con el que ya obtuvo cuatro títulos locales. El riogalleguense inició el año como titular indiscutido con Almirón, pero fue perdiendo terreno en los últimos meses e incluso se especuló con que volvería al fútbol argentino en este mercado de pases (se lo vinculó con San Lorenzo), pero él manifestó su deseo de quedarse y el técnico lo respaldó.

También desde hace poco más de tres años viste de blanquinegro Emiliano Amor. El zaguero venía siendo suplente en la alineación de Almirón, pero una lesión del uruguayo Alan Saldivia (sufrió una rotura del menisco interno de la rodilla derecha hace 20 días) lo catapultó a la titularidad en la serie con Junior y el exzaguero de Vélez, Aldosivi y San Martín de Tucumán respondió muy bien.

Leonardo Gil suma 144 partidos con la camiseta de Colo-Colo. Foto: Osvaldo Villarroel / EFE.Leonardo Gil suma 144 partidos con la camiseta de Colo-Colo. Foto: Osvaldo Villarroel / EFE.

Este año, Colo-Colo también incorporó al mediocampista Gonzalo Castellani, en marzo, y al delantero Javier Correa, por cuya ficha pagó 1,8 millones de dólares a Estudiantes a principios de julio. Otros argentinos que integran el plantel, pero no tienen muchos minutos con Almirón, son el arquero santafesino Fernando de Paul (está nacionalizado chileno, hizo toda su carrera profesional en ese país y habitualmente es suplente de Brayan Cortés), el zaguero central rosarino Ramiro González y el delantero neuquino Matías Moya.

En paralelo con su buen andar en la Libertadores, el Albo también pelea por los dos certámenes locales que está disputando. En el Campeonato Nacional marcha segundo, a cuatro puntos del líder Universidad de Chile y con un partido pendiente (frente a Huachipato). El domingo enfrentará a Everton en el estadio Sausalito de Viña del Mar por la 21ª fecha. Además disputará la final regional de la zona Centro-Sur de la Copa Chile frente a Magallanes: la ida será el 4 de septiembre en el estadio El Teniente de Rancagua y la vuelta, tres días después en el Monumental de Santiago.

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