Llamativamente, un comentario de un lector enviado en la última semana a un medio especializado en energía está circulando por prácticamente todas las oficinas de directivos importantes del sector. También, por los despachos de funcionarios del área, e incluso ya hubo repercusiones provenientes de Nueva York, en donde siguen con mucha atención las oportunidades de negocios que se pueden dar en el sector energético argentino. ¿Qué dice ese comentario? Denuncia que en diversas operaciones que involucran a la empresa mixta Cammesa, administrada por la Secretaría de Energía, «se perdieron en el camino algunos miles de millones de dólares que fueron a parar a las manos porosas de algunos funcionarios y sus amigos». ¿A quién involucra? Le apunta al vicepresidente de Cammesa, a quien nombra, Mario Cairella, que llegó al cargo en el mes de mayo de la mano del ministro de Economía, Luis Caputo. ¿Qué es lo que revela esta curiosa acusación, de alguien que no es funcionario pero cumple un rol clave en el sector? Que se abrió una lucha feroz por el control del sector energético, sobre el cual Caputo querría avanzar para colocar allí a «alguien de su confianza». Del otro lado, están quienes se resisten a que el actual secretario de Energía, Eduardo Rodriguez Chirillo, a quien se lo considera cercano a Federico Sturzenegger, sea desplazado del cargo.
El comentario que escribió Fernando OIaizola en contra de Cairella, y publicó el portal Econojournal, dicen los que conocen el paño, no es lo que encendió la mecha de la pelea, sino lo que la dejó en evidencia. Expuso el conflicto entre ambos ministros. Más allá del nombre de estos personajes secundarios, lo que interesa es si Olaizola es de Sturzenegger, y si Cairella es efectivamente el representante de Caputo en el área. Para los conocedores del ambiente y sus personajes, no hay lugar a dudas.
Olaizola es un «negociador» a primer nivel con grandes empresas y cumple funciones, como él mismo lo admite, al servicio del secretario Rodríguez Chirillo. La primera conclusión tras conocerse el texto del comentario es que están rotas definitivamente las relaciones entre el secretario de Energía y el ministro Caputo.
La distancia entre Caputo y «su» secretario de Energía ya son evidentes. El ministro, por ejemplo, llevó adelante las negociaciones de la deuda con las empresas eléctricas en forma directa y sin permitir la participación de Rodríguez Chirillo. Este último fue quien puso el cuerpo en las audiencias públicas en las que tuvo que defender los megatarifazos en la electricidad y el gas que acompañaron la quita de subsidios y el aumento de las retribuciones de transportistas y distribuidores. Luego, fue Caputo sin consultar ni informar al secretario del área, quien dispuso la postergación de los aumentos en función de preservar que el IPC mantuviera una trayectoria de aumentos no ascendentes en mayo, junio y el actual mes de julio.
Por último, la formulación de la «canasta básica energética», que Rodríguez Chirillo esperaba anunciar como un hito de su gestión, quedó postergada sin fecha por decisión transmitida por otro Caputo, Santiago, al cual se le reconoce un rol cada vez más relevante en el área energética, en sintonía con su tío Luis.
Rodríguez Chirillo tuvo una activa participación como funcionario público en el gobierno de Carlos Menem. Intervino en el proceso de privatizaciones del área energética bajo las órdenes de Carlos Manuel Bastos, el hombre de Domingo Cavallo en el sector.
La otra pieza clave del rompecabezas es la empresa Enarsa (Energía Argentina SA), cuyo presidente y gerente general es Doncel Juan Carlos Jones, y su vicepresidente y subgerente general, Rigoberto Mejía Aravena. Alineados con Rodríguez Chirillo, los conductores de Enarsa le han asignado a Olaizola la tarea de coordinar con Petrobras los acuerdos de compra de combustible, pese a que no posee cargo oficial. Eso no le ha impedido a Olaizola posar junto a los titulares de Enarsa y autoridades de Petrobras al momento de la firma de un convenio.
Todos ellos, incluído Rodríguez Chirillo, podrían ser considerados integrantes del equipo de Bastos-Sturzenegger.
Enarsa también es un trofeo en disputa entre el mencionado equipo y el que encabezaría Luis Caputo. Cuando fue el conflicto del barco de Petrobras que traía GNL, que no fue descargado porque la empresa petrolera adujo que no había recibido el giro de fondos correspondientes (operación de urgencia acordada el 24 de mayo, que arribó al puerto de Escobar el día 27), volaban los misiles entre Enarsa y Ministerio de Economía acusándose mutuamente por la responsabilidad del escándalo.
Mario Cairella, la persona que Caputo colocó en la vicepresidencia de Cammesa en mayo, también tiene antecedentes que explican por qué el comentario de Olaizola lo eligió como destinatario. En el breve período que lleva en el cargo, Cairella hizo públicas dos cartas que parecieron apuntar a la línea de flotación de Rodríguez Chirillo. En la primera, reclamó a la Secretaría de Energía que definiera por escrito por qué Cammesa debía ser la importadora de combustible para abastecer a las centrales térmicas (esto, en momentos en que Caputo le bloqueó a Cammesa dichas importaciones).
La segunda, más incendiaria que la primera, fue una evaluación sobre los riesgos de apagones durante el invierno por la insuficiente capacidad de generación que presentaba el sistema frente a picos de demanda.
Fuegos cruzados que revelan la intención de Luis Caputo de apropiarse de la secretaría de Energía y la posición del equipo Sturzenegger-Bastos de resistirla. Algunos ya creen ver quién es el reemplazo elegido por el ministro de Economía. Hace apenas dos semanas, Caputo designó al ex CFO (director financiero) de YPF Daniel González para ocupar el flamante cargo de viceministro coordinador de Energía y Minería, casi al mismo tiempo que Sturzenegger juraba como ministro desregulador.
En Nueva York, se agotarían en minutos las plateas para ver en primera fila el desarrollo de este combate. Como habría comentado Rodríguez Chirillo a sus íntimos: «Después, en Economía se quejan de que aumente el riesgo país».