El empate que recoge Boca en su excursión a Ecuador es un resultado óptimo. Es cierto que lo pudo haber ganado con esos dos mano a mano que desperdició Miguel Merentiel. Pero es imposible soslayar el contexto. El equipo llegaba muy diezmado a la altura de Quito. Con ¡15 bajas!, nada menos, entre lesionados, afectados a los Juegos Olímpicos y los cuatro refuerzos que no pudieron jugar por la confusión de los dirigentes que pidieron la habilitación fuera de término.
La semana que viene, en la revancha del repechaje que se disputará en la Bombonera, ya podrá contar Pol Fernández, suspendido. Y probablemente, con alguno de los futbolistas averiados que obligó a Diego Martínez a jugar con la cantera azul y oro. Boca terminó con media docena de juveniles sobre el campo del estadio Banco Guayaquil. Entre ellos, Exequiel Zeballos, que volvió a la cancha tras 9 meses. Independiente del Valle tuvo la supremacía de la pelota, pero inquietó muy poco en el área de Sergio Romero.
A bordo de sus dificultades, Boca intentó regular las energías en la altura y, simultáneamente, no desordenarse. Le cedió la iniciativa a Independiente del Valle, que se hizo cargo de la responsabilidad, se mostró amenazante, pero su único recurso para preocupar al arquero xeneize fue a partir de remates de media distancia.
En este contexto, Renato Ibarra fue el atacante más peligroso volcado a la izquierda, jugando en diagonal. Dos veces probó desde afuera, pero sin potencia. Chiquito dominó sin dificultades. Keny Arroyo y Kendry Páez también intentaron con disparos lejos del área, pero tampoco pudieron vulnerar al número uno azul y oro.
A bordo del 4-2-3-1, los ecuatorianos dirigidos por Javier Gandolfi, ex entrenador de Talleres de Córdoba, tenían una salida prolija a través de Joao Ortiz, que abría el juego hacia el centro y los costados.
Boca se plantó con dos líneas de cuatro y su joven mediocampo estuvo más ocupado en cubrir las bandas que en llegar con riesgo a las inmediaciones de Wellington Ramírez. Hasta que a la media hora, empezó a crecer Luis Advíncula. Se animó el peruano. También, Lucas Janson, un segundo punta que tuvo que retroceder para colaborar en la marca. Al ex delantero de Tigre y Vélez le cometieron una falta en la puerta del área. Fue Beder Caicedo. Y de esa acción llegó un tiro libre ejecutado por Julián Ceballos que halló una gran respuesta del arquero ecuatoriano.
Ese tiro libre envalentonó a Boca, que entendió que no podía desgastarse, pero tenía campo abierto para atacar. Jabes Saralegui se filtró por la derecha, pero su centro atrás fue interceptado por Ramírez y nadie aprovechó el rebote. Y en el desenlace de la primera etapa, Miguel Merentiel tuvo la más clara. El uruguayo guapeó hacia adentro y cuando quedó de frente al arco, remató de zurda y desviado. Llegó muy exigido y no pudo sacudir cruzado.
En el segundo tiempo, Independiente continuó con la tenencia y tuvo dos chances nítidas en el arranque. Primero, con una arremetida de Renzo López que Romero manoteó por encima del travesaño. Después, a partir del tiro de esquina, Richard Schunke lo perdió debajo del arco.
Ninguna, claro, como la que tuvo Jeison Medina que cabeceó un centro de Mateo Carabajal sin dirección. Estaba de frente a Romero, entregado a su suerte. Y el ecuatoriano, que había reemplazado a Arroyo, falló.
Martínez reconfiguró el equipo con el ingreso de Mateo Mendía, un central que se acopló a Mateo Di Lollo y Marcos Rojo para nutrir la defensa. Y más tarde, entró el Changuito, que robó una pelota en la salida y no fue gol de Merentiel porque remató al cuerpo de Ramírez.
El último tramo fue parejo, con más variantes y pocas situaciones. Boca lo manejó con inteligencia, sin pasar zozobras. Y terminó consiguiendo un cero a cero muy valioso que deberá aprovechar a orillas del Riachuelo, con su gente y todo por ganar.