“Dada la fuerte posición que tenemos en el Banco Central pudimos derrotar a ese banco con intenciones golpistas”, dijo el presidente Javier Milei en su discurso en la Bolsa de Comercio. Milei evitó hablar con nombres propios, pero al mercado no le hizo falta obtener muchas más pistas para entender que se refería al Banco Macro, entidad que la semana pasada decidió ejercer parte de los seguros de liquidez (puts) que tenía en su poder, lo que obligó al Banco Central (BCRA) a inyectar una billonada de pesos al mercado. Nada en el accionar de la entidad nacional rompe con la legalidad del instrumento que había sido ideado por el exministro de Economía Sergio Massa y luego continuado por la administración Milei. Aunque se le puede objetar que va en la dirección opuesta a la que ahora pretende el gobierno libertario, que repite hasta el cansancio que la eliminación de los puts (una potencial bomba de pesos ) es condición necesaria para levantar el cepo cambiario. La libertad no siempre tiene una interpretación irrestricta en el manual del Gobierno. Al León el mercado lo corre por derecha.
Entre los banqueros tomaron nota. Aunque Milei se cuidó de dar nombres (sí lo hizo el ministro, Luis Caputo, en una entrevista radial), la advertencia fue suficiente para que aquellos que por estas horas dudaban de avanzar con la propuesta oficial de recompra de puts se animen a expresar su posición en disidencia. “Los bancos estamos todos para acompañar”, reconoció un hombre que peina canas en el sistema financiero argentino. “Lo que uno puede preguntarse es con qué nivel de libertad lo hacemos”, reconoció con algo de resignación. Macro apenas ejerció un tercio de los puts que tiene en cartera; todavía tiene el doble que podría no canjear de considerar que las condiciones no le son favorables. Al fin de cuentas, la entidad administra en gran medida depósitos de terceros.
En la City, sin embargo, descuentan que en las próximas semanas el equipo económico podrá jactarse de haber resuelto el famoso problema de los pasivos remunerados, la deuda por la que el BCRA debía emitir millones de pesos cada día para cubrir intereses. Ya avanzó esta semana con el canje de pases por letras en poder del Tesoro y seguiría en los próximos días con los polémicos puts. No habrá grandes cuestionamientos. El antecedente de la negociación de las generadoras de energía muestra que cualquier discrepancia es de corto aliento. En el caso de las empresas de electricidad, hasta el lobby de las embajadas de grandes potencias, representantes de compañías internacionales se activó sin éxito.
Solucionada la negociación con los bancos, toda la atención del mercado volverá a posarse luego sobre dos cuestiones que parecen más complicadas de resolver –o no se resuelven en una mesa de negociación–: el levantamiento del cepo y la recuperación de la actividad económica. Milei anticipó ahora que para la primera será necesario antes que la inflación empiece a converger con la tasa de devaluación del 2% mensual. A no ser que se consigan fondos frescos antes. Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no son sencillas. Al menos, no parece haber en el organismo demasiado interés por acelerarlas. “No hay un cronograma específico para tales discusiones”, dijo ayer la vocera del Fondo, Julie Kozack. Entre los accionistas del FMI siguen hablando de octubre como fecha temprana para sellar un nuevo acuerdo con algo de fondos frescos. No antes. Primero vendrá una misión y se cumplirá con la formalidad de la novena revisión del acuerdo firmado por Massa y que todavía sigue vigente.
La ansiedad del mercado es palpable. También la de los gobernadores, que dependen en gran medida de que mejore la recaudación nacional (y la coparticipación) para equilibrar sus finanzas. Julio será para muchas jurisdicciones un mes desafiante. La recaudación de los tributos ligados a los niveles de actividad –IVA y Ganancias– no vienen bien. En Economía ya empiezan a prever que ahora sí será difícil cumplir este mes con el doble superávit –fiscal y financiero– que se viene manteniendo en los primeros seis meses del año. Es probable que se logre con algo de contabilidad creativa sostener el superávit fiscal, no así el financiero, que es el que queda después de que se pagan los intereses de la deuda. Las provincias afinan el lápiz. Hay quienes advierten que la otrora “opulenta” Ciudad de Buenos Aires podría incluso tener rojo fiscal a partir de agosto, mes en el que se supone ya no podrá recaudar más Ingresos Brutos sobre los pasivos remunerados del BCRA. En alguna conversación se llegó a barajar gravar con Ingresos Brutos las nuevas letras de regulación monetaria que vaya a emitir el Tesoro en reemplazo de los pases del BCRA. La realidad es que cerca del Jefe de Gabinete porteño, Néstor Grindetti, todavía tienen esperanzas de que el gobierno nacional empiece a pagar para entonces –aunque más no sea el flujo, no el stock acumulado–, la deuda por la coparticipación que el kirchnerismo le había quitado y luego la Corte Suprema le reestableció. Más allá de las recientes declaraciones de Mauricio Macri, que en su evidente malestar con el Gobierno, pidió que Milei avance con los pagos adeudados, la realidad es que la Ciudad no ha movilizado demasiado su estrategia judicial para hacer que el caso avance en el máximo tribunal, que si bien habilitó el pago todavía debe pronunciarse sobre la cuestión de fondo. El tema no formó parte de la agenda de la Corte Suprema en su última acordada previa al receso de invierno. Tampoco parece estar al tope de las prioridades, por ahora.
Otras jurisdicciones como Chaco y Entre Ríos están en negociaciones avanzadas con el Banco Nación para poder conseguir $50.000 millones y $90.000 millones, respectivamente, que les permitan cubrir sus vencimientos de deuda de los próximos meses, además de pagar, en parte, la deuda que mantiene con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, que está bajo la órbita del Ministerio de Economía. No se descuenta que Economía habilite una refinanciación de los vencimientos del fondo fiduciario. Caputo podrá haber eliminado toda transferencia discrecional a las provincias, pero también está dispuesto a tirarles ahora un salvavidas con tal de que no reestructuren sus deudas con acreedores privados. Una sucesión de reestructuraciones –que muchas provincias reconocen que evaluaron y que todavía no descartan definitivamente– sólo podrían enturbiar las condiciones de un mercado que ya está mucho más revuelto de lo que el equipo económico desearía.
En Economía esperan que tarde o temprano el crédito bancario empiece a hacer el trabajo de alimentar el alicaído consumo. En los últimos 30 días, hay datos que permiten ilusionarse: según informó el BCRA, los préstamos al sector privado en pesos treparon 16%, muy por encima de la inflación del periodo. Algunas líneas como la de adelantos y documentos subieron aún más en el mismo plazo: 21,6% y 29,8%, respectivamente. “De a poco va subiendo el salario real, apareciendo el financiamiento y buenas noticias como la ley Bases y el Pacto de Mayo –describe un funcionario mileísta–. Se están agotando stocks también; hasta diciembre era negocio financiero (ni que hablar si uno lograba una SIRA para importar al dólar oficial) tener stock, y arrancamos con empresas y canales sobreabastecidos. Pero no dura para siempre”, estimó. La apuesta de una recuperación en el segundo semestre (aunque ya no en forma de “V”) sigue firme.
Los bancos tienen fuertes incentivos para salir a prestar. Pablo Curat, exdirector del BCRA y consultor especializado en el sistema financiero, explica que como las tasas de interés cayeron a la mitad en apenas dos meses (la tasa de política monetaria pasó del 80% al 40%), los bancos tienen que duplicar el volumen de préstamos sólo para mantener sus márgenes financieros.
Pero entre los tomadores de crédito en las últimas semanas también se vio un movimiento que, si bien alienta las expectativas de rebote económico, siembra dudas sobre la credibilidad que entre muchos actores económicos tiene la política cambiaria. Y es que hubo una desaceleración de la demanda de los préstamos en dólares. Los últimos datos del BCRA muestran que apenas subieron 1,4%.
Por las dudas, quienes pueden eligen endeudarse en moneda local. Más ahora que las tasas de interés en pesos están bajando. Los argentinos y el dólar, un vínculo eternamente enfermizo.
El Gobierno, de todas formas, espera poder aplacar los cuestionamientos privados con una ola de novedades que vendrán de la usina del flamante ministro, Federico Sturzenegger. La libertad podrá tener límites en algunas mesas de negociación, pero no tanto en la cabeza del “Coloso”, tal cual bautizó Milei al expresidente del BCRA durante la gestión de Mauricio Macri. Tal vez el libertario más genuino de todo el gabinete.
No todas las áreas, sin embargo, tienen margen para avanzar en la dirección que le gustaría Milei. Así, mientras el asesor estrella Demian Reidel mantiene conversaciones con la norteamericana Google para destrabar una megainversión relacionada con el desarrollo de la inteligencia artificial en la provincia de Río Negro, en la empresa estatal Arsat se encontraron con que es más caro dar de baja el proyecto del lanzamiento del Arsat 3 –un satélite cuya construcción se reactivó durante el mandato de Alberto Fernández– que terminarlo y ponerlo en órbita. Sería, para los entendidos, como salir a la ruta con un Ford Falcon en tiempos de autos híbridos. Contradicciones de un Estado que acumula historias plagadas de sinsentidos.
Los próximos meses, no obstante, podrían ser definitorios para la gestión Milei, que todavía acumula un gran capital social. La Libertad Avanza tiene un año para terminar de convencer a su electorado de que el sacrificio que está haciendo valió la pena. El escepticismo de los inversores existe, pero también el optimismo en algunos sectores es evidente. Un político de mucho peso, que hoy trabaja para ayudar al Presidente, lo describió a Milei recientente en un encuentro privado como un “mago de un solo truco”, dado su interés casi exclusivo por el pensamiento de la escuela austríaca. Resta ver si ese truco es el que necesita la Argentina.