La crisis micro y macro económica en la que se metió el gobierno de Javier Milei empieza a generar ruido en los núcleos de poder económico, con voces que marcan el impacto de la recesión y otros que juegan para obtener tajada en un contexto de ruido creciente. Página I12 viene relatando que lo que era un respaldo unánime al Presidente empezó a resquebrajarse, incluso en grupos de fieles libertarios, y se suman más capítulos a esa dinámica. El más reciente refiere a dos hechos puntuales. El primero, una especie de abrazo del oso disfrazado de apoyo político que la Sociedad Rural (SRA) le hizo al ministro de Economía, Luis Caputo. El segundo, el surgimiento de cuadros fabriles que, por fuera del silencio de la Unión Industrial (UIA), cruzan duro al Gobierno con los datos de la realidad en la mano.
A principios de esta semana, Marcos Pereda Born, vice de SRA, histórico financista de Juntos por el Cambio, amigo personal y ex socio de Luis Caputo, se reunió con algunos dirigentes afines y armó una reunión con el ministro de Economía para «darle respaldo político». Ese encuentro se materializó el jueves último en el Palacio de Hacienda y participó del mismo, además, el presidente de SRA, Nicolás Pino.
El mitín, con foto incluída, pudo ser un mail. Hablaron de generalidades, «de la dificil situación climática que se vive en la Patagonia» y, naturalmente, le pidieron a Caputo que les baje las retenciones. Más que apoyarlo, la presión de los ruralistas fue fuerte y, como ocurre en los últimos tiempos, Caputo no pudo decir cuándo bajará derechos de exportación, la obsesión que el campo que acopia granos llevó a la mesa oficial.
Durmiendo con el enemigo
Lo curioso es que el sector que pide y presiona es el verdugo político del ministro: hoy, el 73 por ciento de la soja no tiene precio, es decir, no sólo no se vendió y puso al Gobierno ante el dilema de la caja vacía del Banco Central (BCRA), sino que además de no vender, están esperando que el mismo Caputo devalúe a fin de año. El ministro les ha pedido miles de veces a Born y a la Mesa de Enlace que hagan de intermediarios para sugerirles a las bases que se desprendan de la cosecha. Vale decir que, de esa misión, los ruralistas volvieron con las manos vacías por dos razones: la primera, porque no tienen ascendencia sobre el territorio y las bases; la segunda, porque también son productores y a este precio no piensan entregar el grano.
La otra cosa particular es que la amistad de Marcos Jorge Celedonio Pereda Born y el ministro viene de años. Ambos se conocen de los tiempos del PRO, donde el dueño del Grupo Bermejo no sólo aportaba dineros al partido y a las campañas sino también comandaba la Mesa Forestal del partido amarillo. Caputo fue, de hecho, asesor económico de algunas de las empresas forestales de Pereda, quien hoy acumula poder, también, a través de su presidencia en el Consejo para el Comercio y la Producción (Cicyp).
Además, el vice de la Rural -hijo de Matilde Born Frías, hermana de los empresarios Jorge y Juan Born, dueños del emporio Bunge y Born- solía prestarle instalaciones físicas a Caputo, una vez que salió del poder, pata ejercer sus negocios de asesoría. La Rural tiene un edificio en la calle Juncal, atrás del predio de Palermo. Allí Pereda tiene tres pisos, el 6, el 7 y el 8. Mientras armaba su consultora, Anker, junto al titular del BCRA, Santiago Bausili, el hoy ministro usaba una oficina prestada por Born, en el piso 10 del mismo edificio de Palermo.
La oveja negra de las fábricas
«Es medio atípico un congreso industrial hoy, porque parecería que producción e industria no están en la agenda», arrancó, sin eufemismos, José Urtubey, el salteño ex UIA que reapareció en la escena para criticar duro al gobierno de Milei y marcar diferencias con la casa que alguna vez lo cobijó. La frase se dio en un congreso industrial que armaron el gobernador Axel Kicillof y el ministro de la Producción bonaerense, Augusto Costa, en Mar del Plata. Casi una contra-cumbre en medio de una actualidad que discute sólo la especulación financiera, la deuda y el ajuste.
Urtubey, director de Celulosa Argentina, creador del grupo Tapebicuá y hombre que hace años cree que es para el empresariado es clave interactuar con la Iglesia, los gremios y los movimientos sociales, compartió panel con Martín Rappallini, titular de la UIPBA y vice de la UIA; con Carla Martín Bonito, la flamante directora de la Cámara Alimentaria Copal; y Elio del Re, titular de ADIMRA, otro integrante de esta especie de industriales críticos por fuera de la UIA, quien se encargó de marcar que hay una recesión que destruye a las fábricas. Bonito, quien reemplazó a Daniel Funes de Rioja en el cargo, fue la más moderada, pero muy concreta: aclaró que el sector alimentos buscará compensar la crisis con exportaciones. Un sinceramiento de que la perspectiva del mercado interno es funesta y que el consumo no reacciona.
«Estamos en 50 por ciento de capacidad instalada, veníamos de más de 70. En los primeros 5 meses, hubo una caída de 14 puntos en la industria. Se puso un freno de mano. Estoy de acuerdo en el combate a la inflación, pero no se puede trabajar sólo sobre la macro. No percibe el Gobierno el daño a las cadenas productivas, revertirlo no va a ser fácil. Encender los motores que fuiste apagando de golpe…», describió, descarnado, Urtubey. Y fue más allá: «nos dicen desde Economía nacional que es una cuestión de privados la industria. No es asi, el Estado debe aportar. En el corto plazo no hay V, hay L, nos vamos a estancar o vamos a ir para abajo», expresó ante un auditorio colmado.
Incluso Rappallini, quien suele marcar que la herencia que recibió Milei fue muy mala y que había que ordenar variables, mostró que la situación, hoy, es muy crítica. «No vemos la V, lo importante es reactivar el consumo y la actividad, estamos haciendo planteos, créditos, hablando de paritarias y obra público», expresó el titular de Cerámica Alberdi.
Ni en la Embajada hay plata
La crisis es tan acentuada que están pasando cosas muy raras en el establishment. El 2 de julio, la Embajada de los Estados Unidos celebró, 2 días antes de la fecha, la independencia de ese país. Evento siempre muy concurrido por la crema de la política y las empresas de Argentina, necesitó por primera vez financiamiento externo para hacerse. El embajador Marc Stanley pidió a los Estados Unidos 200 mil dólares para hacer el convite, pero se los negaron. Debió encarar, de este modo, una colecta entre empresas privadas. El brindis lo pagaron los auspiciantes.
En el mismo sentido, la crisis del consumo pega tan fuerte que P&G, la firma de higiene limpieza estadounidense, decidió irse del país. La decisión ya la venía analizando, pero se tomó ahora porque no se ven perspectivas de mejora del mercado interno, de lo que viven esas firmas. En la compulsa de venta, participaron un gigante nacional de los alimentos, un gran supermercadista argentino, y un laboratorio local de los más importantes. Sin embargo, la terminó comprando alguien que no tiene nada que ver con el rubro: Rubén Cherñajovsky es el dueño de Newsan, el grupo que tiene buena parte del negocio de ensamble de electro en Tierra del Fuego y, por los pedidos del entonces ex secretario Guillermo Moreno de exportar algo para hacerse de dólares para importar otra cosa, se transformó en el principal productor y exportador de trucha de la Argentina.
Cherñajovsky suele buscar, según su entorno, oportunidades de negocios en otros rubros, pero esta movida coincide con el debate que se instaló sobre el Régimen de Tierra del Fuego. Milei lo terminó salvando porque no intervino en la isla, algo que la oposición pedía en el Congreso. Él agradeció sin eufemismos, diciendo que no ve que el Presidente quiera liquidar al sector industrial. En el Gobierno admiten que el negocio en la isla llegará a su fin más temprano que tarde, y que por eso le sugirieron a Cherñajovsky que diversifique su cartera. Otra cara de la crisis, política y económica.