La nena vivió en un hospital de La Plata desde que nació hasta que conoció a quien hoy es su mamá. Su sueño era tener un vestido de princesa y celebrar el cumpleaños. Con esfuerzo y la ayuda de todos podrá cumplirlo.
En 2019 Irene Lugo y Keila contaron la historia de su familia en TN. Kei nació en 2009 en un hospital de La Plata y vivía allí cuando Irene, que realizaba tareas de voluntaria, entró al salón y se vieron por primera vez. “Fue amor a primera vista, ella estaba en estado de adoptabilidad y yo, sin sospechar que iba a ser mamá, pero algo nos unió y nos hizo elegirnos”, contó Irene en febrero de 2019 a TN.com.ar.
Irene recordó que fue en una de las visitas del voluntariado que la vio a Keila, que había sido abandonada de bebé y tenía retraso madurativo. “Caminaba muy poquito, tenía muchos problemas y trastornos del lenguaje. Era una paciente en estado complicado de salud. Yo vi la posibilidad de ayudarla y ella mejoró muchísimo”.
Leé también: No pensaba en ser madre hasta que conoció a Keila: “Me estiró los brazos, le hice upa y no nos separamos más”
Una vez que decidió adoptarla, la mujer recorrió un camino muy largo de trámites y papeleo. “Lo hice sola, pero lo logramos. Nos llevó casi tres años, pero siempre supe que era lo que tenía que hacer”.
Al poco tiempo, Irene conoció al papá de su segundo hijo, Timoteo, que hoy tiene 6 años. Después de divorciarse, Irene quedó con Key y Timo con quienes conforman una familia de tres.
El sueño de la fiesta de quince
Keila cumple 15 años el 2 de junio y le pidió a su mamá un vestido y una fiesta para celebrar con sus amigos y vecinos. La adolescente va a segundo año del colegio secundario en Olmos por la mañana y a la tarde asiste a una escuela especial en donde realiza talleres.
“En febrero, Kei estaba mirando un video en YouTube y apareció una chica con un vestido hermoso. Ella me dijo que le gustaba y que quería ser una princesa como ella. Mi idea era llevarla a que conociera el mar, que también era su sueño, pero ella me pidió la fiesta y no pude decirle que no″.
Según explica Irene, podría haberle hecho la celebración en su casa como todos los años, pero sentía que Keila merecía todo el esfuerzo que le implicó durante todos estos meses poder cumplirle el sueño. “A Kei la conocí en un estado de vulnerabilidad tan grande, superó tantos problemas de salud y se aferró tanto a la vida que sentí que era el momento de celebrar”.
Con ayuda de todos
Desde que Irene comenzó a organizar la fiesta, empezó a idear planes para llegar a concretar el sueño, porque no tenía la plata. “La ayuda es de todos los que han colaborado con las rifas que vengo haciendo desde que Kei pidió su cumple. Un agradecimiento especial es para Verónica Rua que es la modista que le regaló el vestido a Keila y a la familia que nos prestó el salón para hacer el cumple”.
Una mirada necesaria sobre la adopción de chicos grandes y con discapacidad
El diagnóstico de Keila fue retraso madurativo, trastorno del lenguaje, anemia crónica por desnutrición de bebé. “Ahora se le sumó la enfermedad de Von Willebrand por lo que sigue un tratamiento con medicamentos y control de un hematólogo”, detalló la mamá.
Muchas veces, frente al diagnóstico y la situación en la que estaba su hija cuando la conoció, Irene siente la necesidad de explicar que cuando conoce su historia, le dice que le salvó la vida a Keila, pero para ella, todo fue al revés. “Ella salvó la mía, los demás piensan que uno hace un acto de caridad y no es así. Uno elige ser padre a través de la adopción como una manera más de formar una familia. No esperaba ser mamá y ahora lo soy por partida doble, pero fue ella la que cambió para siempre todo”.