Corría 2010 cuando se desató el escándalo que asustó a cientos de miles de mujeres en todo el mundo: al menos un millón de prótesis mamarias fabricadas desde 2001 por una empresa francesa eran defectuosas y podían desparramarse por el organismo provocando todo tipo de enfermedades.
Se dijo que contenían aditivos para carburantes y que podrían causar cáncer, por lo que casi enseguida comenzó una mega demanda internacional para pedir Justicia para el medio millón de víctimas de 60 países implantadas con PIP (Poly Implant Prothèse).
La marca francesa debía ser supervisada por la firma alemana TÜV, responsable de realizar los controles de calidad. Todo falló.
Se estima que suman casi 20 mil las argentinas que entre 2002 y 2011 fueron implantadas con estas prótesis mamarias. Unas 2.000 se sumaron a la megacausa en los tribunales franceses, que ya reconoció el derecho a reparación a 30 mil víctimas a nivel mundial. A todas les dieron una indemnización provisoria hasta que se llegue a la definitiva.
La campaña #AunEstasATiempo es para impulsar que las argentinas que aún no se sumaron al litigio puedan hacerlo.
Una bomba de tiempo
La permanencia en el organismo de estas prótesis fue definida como “una bomba de tiempo”, ya que la frecuencia de ruptura de estos implantes fue siete veces mayor que el resto.
También se comprobó que las prótesis PIP estaban rellenas con silicona industrial no apta para uso médico, que se disgregaba en gránulos capaces de migrar por todo el cuerpo, resultando casi imposible quitar el material en su totalidad. Por eso, la recomendación es retirarlas aun si no se rompieron.
Algunos implantes mamarios pueden ser peligrosos. Foto Shutterstock.En 2010 la ANMAT prohibió su comercialización, distribución y uso en Argentina. La rotura de las prótesis defectuosas puede provocar desde inflamación de los ganglios, infecciones y fiebre crónica, hasta embolias y cáncer de mama.
Los implantes produjeron al menos la muerte de una mujer de 53 años que tuvo cáncer de mama con antecedentes de rotura de las prótesis PIP.
El 14 de noviembre de 2013 se dio el primer fallo de la justicia francesa reconociendo a las usuarias de estos implantes su condición de víctimas y su derecho a reparación.
Un tribunal condenó a la empresa certificadora TÜV por los daños físicos y psicológicos causados a 1.500 mujeres concediéndole a cada una indemnización provisional de 3.000 euros, y abrió la posibilidad para que las mujeres afectadas en el extranjero también pudieran reclamar.
Un tribunal penal de Marsella condenó al dueño de PIP -Jean Claude Mas- y a cuatro directivos de la firma a penas de hasta 4 años de cárcel y ordenó indemnizar a las víctimas.
PIP fue liquidada en 2011, pero TÜV sigue siendo una empresa con una gran facturación, y por eso los reclamos ahora van contra la empresa alemana.
En mayo de este año la Corte de Casación francesa confirmó la responsabilidad de TÜV y ordenó pericias judiciales para determinar el monto definitivo de las indemnizaciones individuales.
“Es un juicio de muchos años en el que de a poco fuimos viendo cómo se abrió un camino para las víctimas y hoy podemos decir que ha tenido un desarrollo positivo”, dice la abogada Déborah Gignoli Roilette, del estudio que representa a miles de víctimas en todo el mundo.
«Daño físico y psicológico»
Carla -empleada administrativa del gobierno porteño- tiene 42 años y una hija de 21. En 2015 su hermana Paola murió a causa de un cáncer de mamas. Tenía 33 años. «La ginecóloga, por prevención, me dijo que me hiciera una mamografía, y ahí saltó que tenía partido el implante. Yo sabía por las noticias que había habido problemas con las PIP», cuenta Carla a Clarín.
Carla tuvo que pedir plata prestada para sacarse las PIP «Me dijeron que me los sacara enseguida porque ya tenía dolor en los ganglios». Carla se había puesto los implantes en 2009. Entonces le habían quitado unos nódulos y las mamas le quedaron de distinto tamaño: «Por eso me puse los implantes, para que me quedaran más estéticas».
«Vos confias, y en ese momento me dijeron que eran buenas y seguras, pero bueno, después supimos que les habían bajado la calidad al material y que hacían mal. Ni bien pude me las saqué y me puse otras que tuve que volver a pagar yo. Fue en 2017 y me costaron 900 dólares, que pagué con plata prestada«, explica Carla, que hace poco se sumó al reclamo internacional.
«Yo estaba pasando por el duelo de mi hermana y enterarme lo de las PIP defectuosas me hico mucho daño, no sólo por lo físico, los estudios, y pasar por otra operación, sino también la angustia de lo que podría pasarme», dice Carla. Estima que a mediados del próximo año podrá haber alguna decisión de la Justicia.
«Si tuviera la plata me sacaría todo»
Emilse Fernández tiene 40 años y hace 16 que tiene en su cuerpo las prótesis PIP. «Me las hice en 2007 por un tema estético, me aseguraron que eran muy buenas», cuenta a Clarín.
Emilse todavía tiene puestas las PIP. «Cuando salió en las noticias que había problemas con las PIP fui a ver a la cirujana que me operó y me dijo que me quedara tranquila porque la tanda con defectos era la del 2005, así que me quedé con las prótesis puestas», explica.
Emilse siguió con controles mamarios periódicos hasta hace un tiempo. Ahora volvió a hacerse otro control porque empezó con dolores. «Tengo un dolor muy fuerte del lado izquierdo, estoy muy asustada. Leer todo lo de Silvina Luna me puso muy mal, me asusta pensar que tengo algo extraño en mi cuerpo y que me puede dañar como a ella. Desde que murió yo estoy con ataques de pánico«, asegura Emilse.
Enfrenta otro problema, tiene una obra social que no le cubre casi nada. «Hasta la ecografía mamaria tuve que pagar, me salió 13 mil pesos -cuenta-. También pregunté para operarme. Por sacarme estas prótesis y reemplazarlas por otras me cobran dos millones de pesos, eso es imposible para mí. Si tuviera la plata ya mismo me sacaría todo».
«Ahora tengo cicatrices»
Adriana tiene 55 años y se puso las prótesis en 2006 con una cirujana que ya había operado a una amiga. Le pagó 2500 dólares. En 2014, en un control, apareció un bulto en una mama. La ecografía que se hizo después confirmó que se le había estallado la prótesis.
Adriana se puso las prótesis en 2006 y en 2014 le había estallado una.«Al toque me saqué todo, no podía soportar tener eso así. Y no me volví a poner prótesis, no me puse nada, me quedaron las cicatrices«, cuenta Carla. Pero también explica que no se pudo sacar todo, y que en las ecografías aún se ven pedacitos de la silicona.
«No había pensado hacer ningún juicio, pero la verdad es que ahora decidí sumarme porque a mí todo esto me hizo mal, fui una damnificada, me hizo mal psicológicamente -asegura-. Y quedé tan asustada con el tema que no quiero operarme nunca más, aunque el brazo en el que aún hay silicona me duele».