Parecen un equipo de mecánicos de competencia expertos en camionetas Nissan Frontier: uno se tira al asfalto y con la ayuda de una linterna y un alicate corta los cables de la bocina en menos de diez segundos. Concretado su trabajo entra en escena el encargado de «reventar» la cerradura con una especie de destornillador. Lo logra en cuatro segundos. La alarma suena pero muy bajo, ya que la bocina no funciona.
Todo es sincronizado, un trabajo en equipo. El tercer hombre sube con un dispositivo: clona la llave, le cambia el código y la deja con un código nuevo. Finaliza su tarea en 80 segundos y baja. Por último llega un cuarto integrante. Es el paso final: pone en marcha y escapa. Sus tres cómplices caminan hasta el auto en el que habían llegado.
El «equipo» realizó al menos 16 robos de camionetas (todas Frontier, y con la misma modalidad) en la Ciudad de Buenos Aires, entre el 1 de junio y el 5 de julio. La División Sustracción de Automotores de la Policía de la Ciudad los detuvo el 18 de julio y la noticia se conoció en estas horas. Cayeron en un hotel de Esmeralda al 400, Microcentro. Son 10 chilenos y un argentino.
La investigación comenzó el 7 de junio, tras la detención de un chileno que manejaba por San Justo una camioneta que había sido robada la noche anterior, en las inmediaciones de La Bombonera, durante el partido entre Boca Juniors y Colo Colo. El próximo paso fue el análisis de denuncias de otros robos de camionetas, con la misma modalidad.
Con las imágenes de los robos, los investigadores notaron que los ladrones se movían en una camioneta Hyundai Tucson. La usaban en cada uno de los hurtos. La patente era de radicación chilena y gracias al registro de Migraciones e Interpol se llegó a un dato concreto: su titular era Felipe C., de 41 años, quien sería el líder de la banda, y había ingresado a Argentina el 26 de abril. Lo acompañaron dos cómplices de su misma nacionalidad.
«En Chile durante 2022 se cansaron de robar estas camionetas», cuenta uno de los investigadores a cargo de la causa. Se refiere a la Nissan NP300, la versión chilena de la Frontier que se comercializa en Argentina. El año pasado fue el segundo auto más robado del país trasandino. Se denunciaron 811 casos. La fuente acota: «la marca se ve que notó la modalidad y colocó un obstáculo en las modelo 2023 para impedirles maniobras».
La Nissan Frontier que había sido robada durante un partido de Boca cerca de La Bombonera.De ahí las sospechas de que la banda podría haber realizado robos en Chile y en los últimos meses cruzó a Argentina para seguir su raid delictivo.
La mayoría de las camionetas fueron robadas durante la madrugada, en Devoto, Villa Real, Mataderos, Monte Castro y otros barrios cercanos a la avenida General Paz. Inmediatamente, y siempre con la Tucson patente chilena de apoyo, se dirigían hacia La Matanza. El objetivo era «enfriarlas», dejarlas 24 horas estacionadas para verificar si contaban con rastreo satelital.
Una de estas agencias ubicó la camioneta robada en Arias al 4400, de Saavedra, en el estacionamiento de un Bingo de La Matanza. Cinco días después el grupo la volvió a robar. Del mismo lugar. A escasos metros de la Fiscalía de Distrito de los barrios Saavedra y Núñez, a cargo de José María Campagnoli, que los investigaba. En algunas madrugadas robaron dos camionetas.
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Los delincuentes robaban camionetas y las pasaban a Paraguay con patentes cambiadas y documentación falsa para revenderlas.
«En una camioneta encontraron un teléfono de trabajo de la víctima», detalla un detective judicial. «¿Y qué hicieron? Buscaron su contacto personal y lo llamaron: le pidieron 1,5 millón de pesos para devolverle la camioneta«, pregunta y responde la fuente. El argumento de la propuesta fue que el reducidor les pagaba lo mismo por cada camioneta robada.
Otra particularidad es que una de las camionetas fue secuestrada por Aduana en un control de rutina en el Puente Tancredo Neves, de Puerto Iguazú, Misiones. El conductor aseguró que su destino era Paraguay. Reside en Buenos Aires y cuenta con antecedentes por narcotráfico. La Frontier llevaba otra patente, apócrifa. Se cree que los chilenos le venderían las camionetas a un reducidor argentina que las revendía como «legales».
En las imágenes de uno de los asaltos se pudo comprobar que la banda contaba con otro auto de apoyo: un Chevrolet Prisma blanco. Con los datos de la patente, los investigadores determinaron que se trataba de un auto de una empresa de alquiler. En los registros apareció el mismo nombre: Felipe C. junto a su número de teléfono.
Destornilladores, guantes, patentes truchas y otros elementos secuestrados a la Banda de la Nissan Frontier.Ya en las escuchas se pudo determinar que la banda se dedicaba a otra modalidad: cortaban la luz de inmobiliarias y escribanías del Conurbano y con las alarmas desactivadas ingresaban de madrugada. Cuando no robaban, las señales de celular siempre marcaban un radio, una zona: el Microcentro.
A partir de ese momento, la tecnología deja de ser precisa y entran en juego las tareas de campo de los investigadores. Vestidos de civil llegaron a la calle Esmeralda y la recorrieron de punta a punta. Buscaron la camioneta estacionamiento por estacionamiento y verificaron hotel por hotel. Una semana después dieron con un departamento de alquiler temporario.
Y en el lugar se encontraron con el nombre de siempre: Felipe C. El 18 de julio los investigadores de Sustracción de Automotores detuvieron a seis personas (cinco chilenos y un argentino) en una galería vecina al departamento.
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Los delincuentes eran de nacionalidad argentina y chilena. Pasaban los vehículos a Paraguay con patentes cambiadas y documentación falsa para revenderlas.
Horas después, de madrugada, una brigada que se encontraba de guardia en la puerta del departamento de Esmeralda notó que tres mujeres y un hombre ingresaron y salieron con valijas y equipaje de viaje. Intentaban fugarse, pero fueron detenidos. Los cuatro son chilenos. Al igual que sus compatriotas habían entrado al país como «turistas». Algunos solo llevaban semanas en Buenos Aires.
MG